Qué fastidio es tener que calarnos a los siempre motivados, eternos sonrientes y los todo lo pueden. ¡Nojoda, vale! Es mi derecho sentirme mal.
Nadie puede venir a decirme que yo tengo que tener mejor humor, que nadie me puede borrar la sonrisa o que tengo que ser resiliente. No me da la gana, chico.
Ahora bien, ¿qué sí debo tener en cuenta? Que ese estado de malestar no puede durarme siempre. Tengo derecho a sentirme mal, pero no puedo quedarme allí. Tengo derecho a llorar, ponerme histérico con el mundo y más, pero es mi deber salir de allí y buscar la mejor forma de llevarlo. Sin duda alguna, tenemos que salir de ese estado emocional, pero que a nadie se le ocurra decirme que yo DEBO sentirme bien, cuando en realidad me siento súper mal.
Así que sal de ese estado, pero que nadie te presione. No te dejes motivar a juro. Hazlo a tu tiempo.
Debes salir de la angustia o de la tristeza, pero tomando en cuenta que la sientes y no negarla. Sal de allí, sí, pero no obligado. A tu tiempo.
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