Artículo publicado en la Agencia Carabobeña de Noticias http://www.acn.com.ve

Sin duda alguna, ser uno mismo es un proceso de años de conocimiento de tus propias debilidades, imperfecciones y puntos ciegos. Es asumir el concepto de que uno es como es y lo mejor es que la vida se dé cuenta de eso. Es no hacerte daño ni hacer daño a los demás, pero también es prohibirse traicionar el sí mismo ante un convencionalismo social. Es rebelarse contra el status quosin destruirlo. Ser uno mismo es ser genuino, decir la verdad y asumir las consecuencias de hacerlo.
Mil mascaras nos ponemos para tratar de encajar, para ser aceptados y queridos, al final nunca lo logramos porque los que menos nos queremos somos nosotros mismos, al vernos fingir felicidad cuando en realidad lo que queremos es llorar desconsoladamente por ese viejo corazón roto que aun no ha sanado. Ser genuino es llorar de verdad y reír cuando quieres hacerlo. Muchas veces nos decimos sí cuando queremos decir no, y eso es una constante disonancia entre lo que eres y lo que quieres ser.
¿Cuántas veces decimos te amo sin sentirlo?, y ¿cuántas veces más te haces el duro cuando en realidad sientes que te desmoronas de amor por esa persona que ayer era un extraño y hoy piensas que sea el padre de tus hijos? Vivimos en una incongruencia total cuando se trata de ser uno mismo: la sociedad no le interesa quien eres sino como encajas. Mejor asumir esa realidad para darte cuenta que mientras no rompas los platos puedes comer lo que quieras y donde sea. No es tan difícil, solo es asumir que mejor ves las estrellas y la luna y cuando deseas aullar como lobo, miras a los lados, te das cuenta que no hay nadie y empiezas a gritar como loco. No existe sensación más placentera que esa.
Ser uno mismo es ver una película infantil y llorar cuando matan a la mama de Bambi, o cuando a “Encantada” se le acaba el tiempo y tiene que regresar a su mundo mágico. Es sentir que La Sirenita fue injustamente tratada por su padre y que Nemo no merece lo que le tocó vivir. Es destruirse de dolor cuando al Rey León le separan de su familia. Ser genuino es cantar siendo un total desafinado, es tocar tambor con un tobo y un palito de gancho de ropa. Es comerse un sándwich de mortadela y refresco, seguro de que no existe bocado mejor que ese que se comparte con los amigos. Ser genuino es comer en el Waldorf Astoria y después irse a Central Park y comer unas fresas con cremas en vaso de cartón sin ningún tipo de remordimiento.
Cuando somos genuinos no importa el qué dirán, pero es muy importante ser asertivo, querer a los demás y ayudar al prójimo. Ser uno mismo es saber que uno siempre necesita ayuda y cuando se la dan, dar las gracias de corazón como si fuese el favor más grande del mundo. Ser genuino es contar un chiste malo y avergonzarse porque nadie se rió. Es saber que uno es medio feo pero tampoco es que es horrible, es más, uno como que es hasta bonito. Es saber que sencillamente la vida hasta que se demuestre lo contrario es una sola y hay que vivirla a plenitud, como si ayer fuera hoy y mañana es una esperanza cierta de convertirse en ayer. Es amar y volver a amar. Es sentir miedo de perder y decirle a esa persona “tengo miedo de perderte”, y luego cuando esa persona te disipa los miedos, saber que uno es un privilegiado de la vida al contar con los amores de esa persona que te mira tiernamente. Ser genuino es saber que eres una contingencia entre un espermatozoide y un óvulo que se convirtió en ese ser único y maravilloso que está dejando huella sobre el corazón de quienes te quieren.
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