Fue un maravilloso jugador. Yo lo vi jugar y la verdad que era impresionante. Si jugaba drogado o no, realmente no lo sé. Yo viví la historia de su último juego. Lo vi en vivo, y esa vez fue su última vez.
Pero hoy día es otra cosa.
A Maradona se le odia o se le ama. Muchos fanáticos lo defienden a muerte, otros más bien aspiran que se muera para dejar de avergonzar a la Argentina. En Maradona todo es blanco o negro.
Por otro lado, yo soy venezolano. He sido víctima del holocausto del chavismo. He sido testigo de muertes, heridos, presos, hambre y enfermedad que es el legado de Chavez y que aún sigue en mi país, y ante toda esa atrocidad, Maradona baila, se ríe y abraza al dictador.
No puedo querer a Maradona.
A él no le importa eso. Es venerado por muchos, es millonario, hace lo que le da gana, y tiene licencia para hacerlo. Pero yo, que soy un don nadie comparado con su fama y presencia, solo me queda mirarlo, darme cuenta que es una pobre persona con muchos problemas y totalmente desorientada, y negar dentro de mi todo reconocimiento positivo ante alguien que apoya a quien mata vilmente a los venezolanos, todos los días del mundo, como es el régimen del dictador en mi país.