Hubo un tiempo en mi vida en que yo era un tipo metido en todos los problemas habidos y por haber. Infiel, mentiroso, rasgos psicopáticos, adicto al sexo, peleón, intenso y difícil. Era un derroche de defectos.
Mi prestigio personal estaba por el piso. Había tenido relaciones sexuales con personas casadas, incluso yo estándolo también, había sido profesor universitario y había tenido sexo con alumnas, era psicólogo y aún así sí me buscabas pleitos. Yo era capaz de darte un pescozón sin miramientos y lleno de violencia (jamás a una mujer). Mentía en prácticamente todo, descuidado con el dinero y mil cosas más.
Yo he contado todos esos detalles en mi conferencia #AVecesCupido y también en mis libros, además de haber hablado de cada una de estas cosas en mis post. Así que no los voy aburrir con historias mías que ya ustedes conocen. Los que me siguen saben que he hecho todas estas cosas y, hasta peores, porque todo lo he hecho público en redes sociales.
¿Y por qué he hecho eso? ¿Por qué durante todos los años que tengo en redes sociales he hablado de todas estas cosas? ¿Por qué me expongo de de esas manera? ¿Por qué soy tan absolutamente sincero sobre mi y todos los desastres que he hecho en mi vida? ¿Por qué soy tan distinto a los psicólogos que ustedes conocen?
La razón es: porque aprendí la clave de saber vivir.
¿Cuál clave? Mostrarme abiertamente y así nadie podrá hacerme daño. Nadie podrá desprestigiarme, nadie podrá hablar paja de mi, nadie podrá acusarme de hipócrita, nadie podrá decirme que yo engañe a alguien diciendo cosas de mi que no son, nadie podrá salir a escribir un post diciendo «Psicovivir es mentiroso, me jodió, fue infiel, soy una victima de él, me rompió el corazón», porque resulta que no será una primera noticia. Ya he dicho que hice todo eso y también he pagado el precio de eso.
Mostrar mis debilidades, defectos y sombras me ha hecho ser el puto amo de mi destino y también prisionero de mi pasado y de mis incongruencias.
Soy libre y a veces no. Soy libre de mostrarme como soy y que ustedes me rechacen o se acerquen a mi. Y soy preso de mis culpas. Esa es la clave de vivir. Ser uno mismo, incluso, cuando a veces ni siquiera se es congruente con eso mismo.
Sepa.
