Hace días hice algunos análisis sobre Trump. Mi tesis era que el ganaba las elecciones debido a que representaba el inconsciente colectivo norteamericano.
Hoy dicen los medios que perdió Trump y ganó Biden.
¿Conclusión? Me equivoqué.
Ahora bien, el juego no ha terminado, falta que los tribunales allá determinen si las demandas de Trump son ciertas. No quiero imaginar el caos si se demuestra que realmente hubo un robo de elecciones.
Independiente de todo ese tema, debo decir que me gusta equivocarme. No soy de los que necesita siempre tener la razón, ni lucir siempre sabio o que se siempre de lo que hablo. Me gusta equivocarme porque eso me recuerda mi condición humana y ella está lejos de ser perfecta o de saberlo todo.
Me gusta equivocarme porque así aprendo. Me gusta equivocarme porque eso siempre será un excelente antídoto para el ego. Me gusta equivocarme porque eso me señala que siempre hay cosas que aprender.
Así no importa si Trump al final resulta ganador, ya para mi eso es irrelevante. Tampoco me importa mucho si gana Biden. El para mí es un completo desconocido y ya veremos si hará algo por Venezuela o no. Si es socialista, o su vicepresidenta, me da igual. Mi opinión no cuenta y al final pase lo que pase, siempre seré yo quien tome decisiones sobre mi mismo.
Así que nada, me equivoqué, y seguramente me seguiré equivocando en muchas cosas, y eso siempre me gustará, ya que yo no nací el día en que nacieron los que siempre quieren tener la razón y viven jactandose de tener siempre el saber en sus manos.
Lleve.
Psicovivir 