
Ella se me acercó y me dice «Alberto he aguantado de todo, lo único que le falta es pegarme, pero de verdad que he hecho de todo para salvar la relación y nada, no funciona, pero tampoco se cómo separarme». Yo me le quedo mirando y veo que realmente estaba sufriendo.
Qué te parece si te amas a ti misma más de lo que lo amas a él, le pregunté? Ella se quedó perpleja como si nunca se hubiera planteado esa interrogante.
Alberto, es que es muy difícil para mí. Lo siento como una necesidad en mi vida, lo deseo, lo quiero, no quiero separarme de él, y aunque sé que parezco una tonta al decirte esto, se que me hace mal, y aun así no lo quiero dejar. En ese momento empezó a llorar.
Sabes qué pasa? Ocurre que estás dependiente de él, eres adicta a los a buenos momentos y a los pocos espacios de amor, placer y paz que tienes, pero la inversión emocional que haces para soportar semejante relación es demasiado grande en relación a lo poco que recibes. Creo que un posible primer paso sería pensar en todo lo que tienes que soportar para vivir mínimos espacios de eso que llamas amor y que no es más que dependencia.
Nos despedimos y allí, justamente en ese momento, con su mirada, supe que la historia de su liberación había empezado. Ya nunca más podría estar sin sacar la cuenta de cuánto daba y realmente cuánto recibía.
Ella iba a empezar el camino de amarse a sí misma así implicara dolor de alejarse de él.