Hablemos de ser influencer.
Hace poco discutía con una amiga que decía que yo era influencer en redes y yo le decía que no, que yo no entraba en esa categoría ya que yo era demasiado reactivo, emocional, y que mi vida en redes era hacer reflexiones sobre temas de psicología y promocionar mis servicios y libros.
Ella me decía que un influencer tenía un nivel de credibilidad importante y que la gente tomaba en cuenta sus opiniones y que eso sucedía conmigo.
Yo le decía que no, que yo no era buen ejemplo para eso. La gente sabe que he sido infiel, mentiroso, bicho de uña, promiscuo, ratica, mal hablado, peleón, rebelde, a veces mala gente y que yo era de todo menos psicólogo en redes. Eso no podía dar credibilidad.
Ella me decía que yo podía ver eso en mis recomendaciones y publicidad. Que a quien yo le hacía publicidad lo hacía crecer en un minuto, y que eso era una muestra de que si era influencer. De que la gente me cree.
Al final, yo me quedé pensando sobre eso. Si, es verdad, ayer recomendé una cuenta y en pocas horas le metí un gentío (la foto del post), pero eso me hace influencer? No lo sé.
Qué si quiero creer? Que uds reflexionan junto conmigo, que crecen también junto a mí, que lo que les escribo les sirve y que mi ejemplo en la vida (lo bueno y lo malo) les sirve como punto de referencia. No me importa si soy o no influencer, me importa que entre todos ayudemos a ayudarnos, con nuestras luces y nuestras sombras. Eso es todo.
#habiaquedecirlo