Apuntes sobre comida, obesidad y emociones

La mayoría de nosotros asociamos emoción y comida. Aquí te dejo algunas consideraciones sobre este tema.

El primer acto que calma a un niño al nacer es el hecho de alimentarse. Desde allí asociamos comida, amor y calma.

En términos psicoanalíticos, la obesidad se asocia con analidad, contrario a lo que piensa la sociedad que lo ve como oralidad.

Cuando se asocia emoción a comida, el individuo tiende a sustituir la emoción negativa con el acto alimenticio. La emoción asociada al acto de comer generalmente es placentera, por lo tanto, se puede uno volver adicto a generarse ese estado.

Generalmente cuando somos adictos a la comida, en realidad somos adictos a una emoción en específico.

Generalmente al iniciar una dieta, los sentimientos negativos o displacenteros aparecen. Se asemeja a un acto de desintoxicación.

La emoción asociada a comer generalmente es compartida en los grupos sociales, de allí que la gente se reúna a comer. De hecho, la comida en los medios siempre son asociados a sexo, éxito, placer y prestigio.

La adicción a la comida implica muchísimas veces la necesidad de evadir emociones que nos hacen infelices.

La obesidad no siempre es causada por una adicción, pero una vez obeso, sin duda eres adicto. En este sentido, no se puede salir de la obesidad sin asumir un cambio de vida integral.

Cuando nos acostumbramos a cambiar emociones por comida, la desvirtuación de la realidad se convierte en obesidad.

Si se desea iniciar una dieta, se debe empezar por hacer dieta de estrés, pesimismo, emociones negativas y rencores.

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3 claves para sobrellevar la nostalgia en Navidad

Una de las cosas que muchos realmente creen o aspiran de un psicólogo es que te dé herramientas para hacerte sentir mejor, que te dé ánimos y fuerzas para que tú hagas las cosas que tienes que hacer o sientas lo que debes sentir o te comportes de la manera que te debes comportar.

Cuando yo hablo de un psicólogo, sinceramente no aspiro que el psicólogo haga eso, yo no, porque no creo en esa psicología falsa, no creo en que al mal tiempo buena cara.

Mal tiempo, mala cara. Buen tiempo, buena cara.

Es una realidad objetiva que en estos últimos años hemos vivido las cosas más inéditas de toda esta generación humana o seres vivos de este planeta.

La realidad es que la época decembrina siempre hace que emerjan emociones en nosotros, muchas de ellas conectadas a la tristeza, a la nostalgia, al extrañar a la familia a lo lejos, De eso sabemos los inmigrantes.

Eso causa tristeza, causa emociones negativas, causa un poco de depresión, desesperanza. Y entonces la pregunta sería ¿no debemos sentir eso?

¡Claro que debemos sentir eso! Yo no puedo sentirme alegre y feliz porque no veré a mi hija y a mis padres en esta navidad.

No compartir con ellos la navidad, no darle el feliz año.

Entonces muchos dicen: “Escucharé a Psicovivir para sentirme mejor y superar esta nostalgia”.

Me da risa la expectativa, que la gente tenga sentimientos irreales. No hay posibilidades de sentirse bien, la única forma de sentirse bien es que no quieras a ese familiar, es la única forma, pero si ustedes se aman y se quieren, no es una buena noticia entonces.

Vamos a partir del hecho de que no nos podemos sentir bien, vamos a abandonar la idea de que no vamos a sentir tristeza.

No va a pasar eso. ¡Quíteselo de la cabeza! se va a sentir mal, yo ya me siento mal, ese sentimiento está.

El primer paso sería aceptar que no estás bien, es aceptar que en este momento estás en nostalgia, estás en duelo deprimido, triste, melancólico.

Por estas cosas la aceptación es fundamental. La resiliencia es la capacidad de reponernos de las adversidades. En sí misma, es el concepto de lo que estamos conversando.

Debes asumir que estás viviendo una adversidad. El primer paso es que esto esta así, que usted se siente así, pero usted no solo se siente así, sus seres queridos también se sienten así.

No finjas que estás bien, asume la realidad de tus emociones

Cometemos un error fatal, tratamos de fingir que estamos bien, asumir que no pasa nada para que el otro no se preocupe. Y no está mal expresar de nuestros sentimientos y lo que estamos sintiendo. A mí me hace falta mi hija. Mi hija me dirá que se siente bien cuando se siente bien y cuando se siente mal también me lo dirá.

Los sentimientos no se deben ocultar. Cuando yo te puedo hablar de mi tristeza y tú me hablas a mí de la tuya, nos damos un abrazo solidario, nos entendemos de alguna forma, nos sentimos mal así sea a través de una cámara o de este escrito.

Yo prefiero decirte desde una cámara que te amo a nunca decirte que te amo. Entonces hay que hablar de eso, no soy partidario de ocultar las emociones, soy partidario de decir las cosas y lo que sentimos.

No te quedes pegado a la autocompasión

Vamos al segundo elemento: se trata de no quedarnos pegados en el sentimiento de autocompasión, porque entonces eso lo va a empeorar. Si ya estamos mal, no podemos asumir actitudes que nos lleven a estar más mal.

¿Qué significa eso? Que una vez que entiendas que te sientes mal, buscas los puntos coincidentes, paliar la situación, la comunicación virtual, los mensajes, nos mandamos regalos, buscamos la forma de unirnos a través de la distancia, buscamos la manera de reducir la nostalgia, la falta del otro.

Es fundamental entender que nos sentimos mal, pero no debemos regodearnos en ese sentimiento, hay que traspasar ese sentimiento. Porque si no, no somos resilientes.

Debemos resolver la situación. No tiene que ver con el hecho de ocultar la emoción, resolver es traspasarlas, nos sentimos mal, pero buscamos sentirnos bien. Allí empieza la inteligencia, esa capacidad de resolver problemas. Utilizo mi inteligencia para saber cómo hacer, es activar esa zona del cerebro para buscar resolver la situación, si no me quedaré en la melancolía y el duelo será peor.

Y tercero, también debemos asumir que todo tiene un contexto. Hay cosas de las que no somos culpables, no debemos sentirnos culpables. No somos culpables de la pandemia, eso sucede en un ámbito macro social. Se trata más bien de aprender a hacer limonada con los limones que tengamos.

Seguiré tocando este tema en próximos post en mis redes. La navidad trae consigo verdaderas emociones reales. Sentirlas es lo más sensato. Si te quedas anclado allí, busca ayuda.

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Cómo manejar tus emociones si eres emprendedor

Emprender es un tema emocional. Emprender tiene que ver también con la psicología personal, porque no solamente se trata de hacer dinero, de llevar una buena administración, de escoger buenos empleados, de ser un buen líder, no.

También se habla de gestionar las emociones. También se trata de asumir que los procesos de personalidad van a estar inmersos también en la forma como nosotros hacemos dinero, porque eso va a influir, primero en el liderazgo, en la manera cómo lo haces, cómo eres, cómo te conduces.

Va también a influir en los procesos de administración, cómo manejas el dinero, cómo inviertes, desde dónde ves el dinero, la relación que tiene que ver con la cobranza.

También es fundamental entender los procesos que tienen que ver con el optimismo y el pesimismo. ¿Por qué?

Porque muchos de los aspectos que tienen que ver con el emprendimiento, están basados en nuestra capacidad emocional: si somos capaces o no de vivir la incertidumbre, si somos capaces de sentir y manejar la frustración, si somos capaces de asumir los retos que se nos presentan cuando, de repente, nuestro emprendimiento no funciona.

En consecuencia, todos esos aspectos están puestos a prueba en las circunstancias actuales en las que estamos viviendo. Creo que es crucial, y digo creo porque no tengo toda la sabiduría al respecto, pero sí creo que es crucial el hecho de que sepamos manejar mejor nuestras emociones, que seamos más sinceros, más honestos, más estructurados, absolutamente más duros en el sentido de soportar las embestidas de la vida.

Hablo de tener una autoestima de hierro, porque hay mucha gente que nos critica y mucha gente que nos dice cosas negativas. También es fundamental tener una mejor relación con el futuro, con la incertidumbre, con los elementos imponderables, con las cosas que no podemos controlar.

En la medida en que nosotros tenemos una mejor estructura con eso, en esa misma medida también podemos soportar que las cosas que nos sucedan de manera negativa, pudiésemos también poderlas atajar.

Creo que es fundamental ser más optimista que pesimista, tener más esperanza que asumir que las cosas nos van a salir mal, pero también debemos planificar. No siempre debemos estar en las nubes ni pensando en pajaritos preñados, no, creo que es fundamental tener los pies sobre la tierra.

Entonces desde allí, no necesariamente el emprendimiento va a ser ideal o siempre la vas a pegar del techo, pero vas a estar emocionalmente mucho más preparado y mucho más estructurado para tratar de llevar a buen término una cosa tan complicada en estos momentos como mantener un emprendimiento.

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Obesidad y miedo al contacto

Les voy a hablar sobre la obesidad y el miedo al contacto, desde mi propia experiencia, como alguien que sufrió de obesidad mórbida.

Sí, alguna vez llegué a pesar más de 200 kilos.

213 kilos de infelicidad. Y mucho miedo. Para qué negarlo.

Un aspecto característico de los que hemos sido obesos es la incapacidad para hacer contacto con nuestras emociones, sobre todo las negativas. Recurrimos a la comida como elemento aliviador. Comemos porque no queremos sentir, lo cual siempre fracasa, ya que, aunque “no sintamos” la rabia, tristeza o miedo del momento, después del atracón, terminamos cargando una culpa infinita.

Nos sentimos acomplejados y, en consecuencia, evitamos compartir esas emociones con los demás. Generalmente los gorditos somos chistosos, alegres y el “alma de la fiesta”. Nos convertimos en excelentes consejeros, cuando, en muchos casos, nuestras vidas son un caos. Hacemos eso porque mirando el problema de los demás, dejamos de ver el propio. Yo no conozco obeso con buena autoestima.

Otro comportamiento que forma parte de muchos de los obesos, y que también en algún momento formó parte de mí, es la sempiterna necesidad de conseguirnos parejas inseguras.

Pareciera que somos adictos a unirnos a personas celosas, obsesivas, codependientes y demás yerbas aromáticas. Pareciera que necesitamos que estén pendiente de nosotros, no importa si es patológicamente pendientes, igualmente no ponemos límites a los celos de nuestras parejas.

Estamos tan necesitados de refuerzo y cariño, que nos someten a cualquier cosa. Necesitamos la seguridad de una relación, no importa si es dañina y, sobre todo, necesitamos no sentirnos solos, ya que, en el fondo pensamos ¿Y quién se va a fijar en una persona como yo?

Ante este pesado panorama les digo algo: No basta con bajar los kilos, es necesario, yo diría imperativo, sanar las emociones, buscar ayuda, y no habrá necesidad de esconder esos sentimientos en la comida.

Sepa.

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Las emociones y las enfermedades

Psic Alberto Barradas

Publicado en Suplemento Médico de El Carabobeño

 

La enfermedad es un estado de alteración de la armonía en el organismo por lo que consideramos enfermo todo aquello que afecte el buen funcionamiento corporal.

 

La Organización Mundial de la Salud define salud como el completo bienestar físico, mental y social y no meramente, la ausencia de enfermedad física. ¡La ciencia ya no separa mente y cuerpo!

 

Por su parte, las emociones son la reacción orgánica ante estímulos ambientales que producen en nosotros, acciones determinadas. Por ejemplo, si me golpeo contra un objeto pienso “que tonto soy” y siento frustración.

 

Esta emoción (frustración) tiende a ser momentánea pero puede suceder que se mantenga, dependiendo de que me golpee muchas veces o de que piense constantemente que soy un tonto.

 

Si esa frustración se convierte en rabia y luego en tristeza puede generar depresión, una enfermedad mental caracterizada por la tristeza, apatía, falta de voluntad o iniciativa y ausencia de placer.

 

La depresión trae como consecuencia, muchas anomalías personales y sociales. Se ha demostrado que en muchos casos tiene incidencia en las enfermedades coronarias e inclusive en aparición de ciertos tipos de cánceres y otras enfermedades graves. Una emoción al principio podría convertirse en una enfermedad mental y luego, en una patología física aguda o crónica con un desenlace impredecible.

 

Existen investigaciones y experimentos científicos que avalan que ciertos tipos de emociones son capaces de generar algunos tipos de enfermedades. Una muestra clara es la incidencia de las rabias en la aparición de gastritis y úlceras. Otro claro ejemplo puede ser la relación entre depresiones severas –generadas por eventos estresantes violentos- y la aparición de cáncer. También se sabe de la relación frecuente entre migrañas y dificultades en la sexualidad.

 

De hecho, en la psicología existe una corriente llamada psicoanálisis que estudia, comprueba y promueve la relación que existe entre enfermedades mentales y la aparición de enfermedades físicas evidentes, que luego de ser evaluadas concienzudamente, no tienen una causa física aparente tales como la ceguera histérica, aquella que se produce sin que un motivo físico la produzca.

 

También se ha demostrado que una enfermedad grave muchas veces entra en remisión al cambiar el estado emocional del paciente de negativo a positivo. La psicoterapia, meditación, risoterapia, yoga y muchas otras técnicas han servido de gran ayuda a los tratamientos farmacológicos en la cura de enfermedades graves en pacientes, incluso  terminales. La psiconeuroinmunología (técnica consistente en afirmaciones y visualización dirigida) se usa en la remisión de cáncer, sobre todo en niños.

OBESIDAD Y MIEDO AL CONTACTO

Una de los aspectos más característicos de nosotros los obesos es la incapacidad que tenemos para poder hacer contacto con nuestras emociones, sobre todo las negativas. Generalmente evitamos cualquier animo disforico y recurrimos a la comida como elemento aliviador de esas emociones que  nos molestan. Comemos porque no queremos sentir, lo cual siempre fracasa, ya que aunque no sintamos la rabia, tristeza o miedo del momento, terminamos después del atracón, sintiendo una culpa infinita.

 

Otro aspecto de nuestro comportamiento es que así como no hacemos contacto con nosotros mismos, tampoco lo hacemos con los demás. Se nos dificulta sentir lo que los demás sienten y recurrimos a frases tipo cliché para poder interactuar con los demás. Nos sentimos acomplejados y feos y en consecuencia evitamos compartir esas emociones con los demás, de allí que generalmente seamos chistosos, alegres y el “alma de la fiesta”. Llenamos de comportamiento “aceptados” los espacios sociales a fin de que nadie nos vea como en realidad somos.

 

Otro elemento que puede verse en muchos obesos es la recurrencia en meternos a salvadores de los demás, oídos prestos a escuchar los problemas de los demás. Adicionalmente nos convertimos en excelentes consejeros y maravillosos apoyadores de oficio, cuando en muchos casos nuestras vidas son un caos apocalíptico. ¿Por qué hacemos eso? Pues por la sencilla razón que mirando el problema de los demás, dejamos de ver el nuestro, además que por muy fuerte que eso suene, ayudando a los demás, nos quitamos la sensación de que no servimos para mucho (aunque eso sea falso). Yo no conozco obeso con buena autoestima.

 

Por último otro comportamiento que forma parte de muchos de nosotros los obesos es la sempiterna necesidad de conseguirnos parejas inseguras. Pareciera que somos adictos a unirnos a personas celosas, obsesivas, codependientes y demás yerbas aromáticas. Pareciera que necesitamos que estén pendiente de nosotros, no importa si es patológicamente pendientes, igualmente no podemos colocar limites a los celos de nuestras parejas ni colocar fronteras en relación a las cosas que no nos gustan. Estamos tan necesitados de refuerzo y cariño que nos sometemos a cualquier cosa con tal de conseguirlo. Necesitamos la seguridad de una relación, no importa si es dañina, y sobre todo no sentirnos solos ya que en el fondo pensamos “¿y quién se va a fijar en una persona como yo?”.

 

En la medida que cada uno de nosotros que nos veamos identificados con lo antes escrito, asumamos nuestros conflictos y podamos entender que la obesidad nos atormenta la vida no solo en lo físico sino en lo mental, podemos iniciar el proceso de cambio. No basta con bajar los kilos, es necesario, yo diría imperativo, sanar nuestras emociones, contactarnos con nosotros mismos y nuestros sentimientos mal llamados negativos y contactarnos con los sentimientos de los demás. En la medida en que puedo ser yo mismo y dejar que los demás lo sean en mi presencia, sin duda alguna tendremos un mejor manejo emocional y no tendremos que esconder esos sentimientos en la comida.

 

En caso que desee ingresar al programa que tenemos en la Unidad de Apoyo Psicológico a la Persona Obesa, llene el siguiente formulario y le enviaremos información para que pueda asistir. Igualmente el día 26/11/2011 estaremos dictando una conferencia gratuita en el auditórium de El Carabobeño, en Naguanagua, Edo. Carabobo,  a la 9 am, llamada “La Obesidad, el peso de las emociones”

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