En Venezuela la lucha no es electoral, es existencial.

El asunto en Venezuela no es electoral, el punto no es votar o no votar.
Si yo estuviera en Venezuela yo no tendría ninguna duda, yo no votaría.
¿Y por qué no votaría? Primero que nada, porque el problema no es electoral, es existencial.
En Venezuela, existe una dictadura, existe un tirano que es dueño de todos los poderes dentro del Estado. El hecho es que cuando él dice «no volverán», es una declaración de guerra y también es una declaración de principios.
El régimen se ha apoderado de la oposición y realmente quizás uno, dos o tres políticos en Venezuela y fuera de ella, no son parte del régimen. El resto, sin duda alguna, es clarísimo, pertenecen al régimen, hacen negocios con ellos y sencillamente viven en una conchupancia donde se reparten cuotas y poder.
En consecuencia, en Venezuela no hay un problema electoral. Sencillamente el tirano va a intentar legitimarse, la oposición va a hacer la parodia de que va a unas elecciones.
El problema en Venezuela es una lucha entre el bien y el mal, entendiendo bien al venezolano que busca la libertad, al venezolano que intenta no perderse en ese maremágnum infernal que implica una dictadura.
Y el mal está sencillamente simbolizado por el tirano, por el chavismo, por el socialismo. Nadie inteligente es socialista. Históricamente está probado: el socialismo nunca ha sido una opción para la prosperidad de un país.
En consecuencia, no se debatan, no peleen, no se dividan en función de si votar o no votar. Olvídense de campañas y manipulaciones psicológicas.
La única manera de resolver esto es a través de romper el estatus quo, de dejar de creer tanto en el régimen como en la falsa oposición y de entender que se necesita la formación de un nuevo venezolano que no cree en absolutamente ninguno de los protagonistas políticos que en este momento existen.
Cuando rompamos eso y por fin comprendamos que necesitamos recurrir a la creación de nuevos líderes, desde la base, entonces sencillamente en los próximos años, porque eso no va a ser pronto, Venezuela será libre, porque entonces ya dejará de tener una lucha existencial y empezará una lucha por su libertad.
Así que, en resumen: En Venezuela no hay elecciones, en Venezuela lo que hay es una farsa, una farsa electoral, donde sencillamente, no va a pasar más allá del chavismo haber ganado una cantidad de puestos y algunos opositores, algunas cositas, al final nunca son opositores.
Sencillamente, son socios del régimen y nada más.

En Bogotá: reencontré mi corazón con Venezuela

Encontrarme en Bogotá, por el hecho de inaugurar la nueve sede de Psicovivir internacional, me ha traído recuerdos que sentía olvidados. Bogotá me acerca a Venezuela.

Todos uds. saben que no puedo ir a Venezuela, ya que la dictadura me la tiene jurada, y eso trajo como consecuencia que no solo perdí todo en mi país, sino que perdí mi país propiamente dicho. El estar en Colombia y ver este cielo, sentir este verde, respirar el mismo aire, me ha hecho reencontrarme con el joropo, el alma llanera y la amabilidad de mi tierra. Colombia y Venezuela son hermanas, y en mí, se sienten igual.

Una de las cosas que en Chile no vivo es la amabilidad de la gente. No es que el chileno no sea amable. Sí lo es. Pero la amabilidad venezolana, colombiana, es otra cosa. Es casi que amor. A donde vayas te sientes en casa, querido, atendido, y eso lo extrañaba muchísimo. De hecho, no sabía cuánto. Uno no extraña cosas hasta que las pierdes.

Tengo la intención firme de que Colombia sienta mi agradecimiento, así como intento que Chile lo sienta también, y la forma de hacerlo es dando trabajo, curando emocionalmente a personas, y generando, desde la psicología, un mundo mejor. Sobre la psicología desde como yo la entiendo, que es más cercana, con más risa y, a su vez, más fuerza y pasión. Sin habladera de paja y al grano. Así entiendo la psicología y así la imprimo en todo mi equipo.

Hoy en Bogotá siento a mi tierra, mi gente, mi sol. Y les daré siempre todo de mí. Es un compromiso y será un hecho.

Sepan.

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Conformismo: cuando la basura ya no te huele mal

Cuando yo vivía en Venezuela, sobre todo los últimos años antes de salir de allí, yo tenía más de 4 años sin agua potable constante (la ponían solo 3 veces a la semana por espacio de 5 horas cada día). Se iba la electricidad a cada rato y había racionamiento de 4 horas sin luz, todos los días (siempre eran más horas sin luz). Tampoco había medicinas, ni comida. Aún quedaba algo de gasolina, pero siempre era difícil de conseguir.

Yo almacenaba agua en bidones. Mi departamento estaba lleno de ellos. Mi cocina era eléctrica y compré implementos de cocina de camping. Almacené comida como si tuviese una bodega.

También fui comprando medicinas para tener en almacén. De manera altamente peligrosa, también iba almacenando gasolina. Menos mal no me pasó un desastre.

Al final, yo estaba viviendo «mejor» que muchos otros. Tenía comida, agua, gasolina, medicina, y aunque no tenía electricidad, tenía todo con baterías, gas, y hasta compré una batería de auto para subirla a mi departamento y con eso cargar los celulares. Tenía «todo».

Iba a la playa, debido a mi trabajo iba mucho a hoteles, comía en restaurantes buenos y, al final de toda la historia, «yo vivía bastante bien».

Sin saberlo, sin darme cuenta, sencillamente me fui convirtiendo en un tipo acostumbrado a vivir en lo malo y, peor aún, sintiendo que estaba «bien». Ese es el mayor problema cuando vives muy cerca de la basura.

Llega un día en que ya no te huele mal, y hasta ves lo bueno de vivir en ella.

Tengo años fuera de Venezuela, aunque no tantos, y la verdad no creo que esté mejor. Creo que muchos se adaptaron, otros (la minoría) hizo plata y viven «bien», y la enorme mayoría, sufre en silencio porque si grita, lo jode la dictadura y también la «oposición».

Sepa.

Mensaje a la oposición real, no a esta

Y la oposición venezolana lo volvió a hacer: traicionar a Venezuela. Pero hoy no hablaré de lo cobarde, traidores y gusanos políticos que son todos ellos. Hoy hablaré de nosotros: la oposición real.

La oposición real es aquella que desea ver en libertad a su país, pero la oposición oficial no se lo permite. Somos todos aquellos que hemos luchado dentro y fuera del país a fin de dar por terminada la dictadura. Somos los exiliados, los presos, los torturados, los muertos, y los que viven y luchan día a día en Venezuela. Todos nosotros somos la real oposición, y estamos frustrados, deprimidos y llenos de ira, ante la actuación de políticos como Capriles, Guevara, Guaidó, López, Borges, Ramos Allup y prácticamente todos ellos.

¿Qué hacemos como la verdadera oposición? Aquí les propongo algo:

  1. Romper con los políticos de siempre. Si ud. los ve en la calle, láncele una pita, un reclamo, que se sientan rechazados. Que no anden tan tranquilos en la calle. Que sepan que nos sentimos traicionados. Eso sí, sin violencia. Reclame, pero con civilización.
  2. Entienda que, por ahora, Venezuela está perdida y ud. tiene que velar por su vida. Busque mantenerse y mantener a su familia. Tome las decisiones pertinentes y cuídese.
  3. Apoye nuevos políticos, nuevas ideas, nuevas formas. Un país no muere, y siempre hay quienes surgen y luchan. Apoye, ayude, siga. Eso sí, sin fanatismo ni lealtad absoluta.
  4. No vote. No votar es un derecho a la protesta pacífica. Ud. como yo, sabe que esas elecciones no serán limpias, y los que ganen de la oposición es porque allí negociaron, además que ninguno tendrá poder. El régimen no saldrá jamás por votos.
  5. Por último (por falta de espacio), no caiga en depresión. No se muera de la rabia. Es sumamente difícil eso, pero hay que hacerlo. El país está perdido, sí, pero ud. no. Cuide su salud emocional, incluso vaya a terapia si lo necesita.
  6. Aprenda a usar redes sociales. No le pare a cuentas falsas (anónimos, muchos números en el nombre, falsa vida en redes, mil rt, etc). Son cuentas creadas para afectar sus emociones, su psicología. Bloquee siempre.

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Venezuela: una deuda con la dignidad

Mi cuenta acá no es para hablar de política, pero sí de hacer reflexiones. No soy psicólogo en redes, pero sí uso la psicología para analizar lo que vivo y veo. Ante esto no puedo callar.

Lo que vivimos los venezolanos opositores es quizás la historia más grande jamás contada del engaño más masivo sobre la tierra. Dificulto que un país haya sido tan engañado en la vida, tanto tiempo y tantas veces, como el país opositor venezolano. No tengo reparo en decir, que somos el país más engañado de la historia moderna del mundo.

Pero esto no es sólo culpa de los que engañan, es responsabilidad también de los que creen. Un engaño la primera vez es diferente a un engaño la segunda vez. Ya la segunda, es culpa del engañado.

Así que en el caso venezolano, la responsabilidad es del mentiroso y de quien le cree.

Este tuit de @jguaido tiene 2 años. Hoy van a un diálogo que desde ya advierto, no llevará a nada. Quizás algunas elecciones fraudulentas, como siempre, y ya. Cohabitación. Como ha sido estos 21 años y como seguirá siendo con esta gente siendo protagonista del más grande engaño del mundo.

Venezuela es capaz de aguantar tipos como Chávez, Maduro, Guaidó, López y Capriles, sin reclamar, sin levantarse, sin producirles ningún tipo de miedo. Ningún político de los nombrados, le tiene miedo al pueblo, ninguno. La razón es que sabe que puede engañar y jamás le será cobrado.

En eso, los venezolanos tenemos una deuda con la dignidad.

Seguramente me pedirán propuestas, como siempre, como si eso sirviera. He dado muchas, cientos, en todas mis redes. Eso no importa. Puedo hacer una biblioteca de propuestas y todas quedarán acá, en un post irrelevante que en algunas horas perderá vigencia. El asunto no es la propuesta. El asunto es el darse cuenta que, sin duda alguna, somos el pueblo más engañado de la historia moderna.

Sepa.

El voto de la desgracia

El 18 de julio del 2021, un venezolano emigrante explica el por qué se fue de Venezuela. Es una tragedia, sin duda alguna. Más de 6 millones de venezolanos se han ido del país. El otrora país más rico de Suramérica convertido hoy en el peor país de la región. La razón: votaron por Chávez, votaron por el socialismo.

Pero resulta que este mismo venezolano, un año antes defendía el modelo chavista. Se decía «crítico» de la situación pero mantenía su adherencia a la causa de su desgracia. El voto de este venezolano, junto a millones de otros, produjeron la desgracia de uno de los mejores países de la región. El votó por Chávez, por el socialismo, y luego se fue del país, dejando su estela de horror y muerte, no sin antes el mismo padecerla.

Tengo bastante tiempo diciendo que el problema de Latinoamérica en cuanto a lo político, es psicológico. Ya he explicado antes eso, pero estas cosas me lo reafirman. Escogemos sistemas perversos que luego terminan devorando nuestros sueños, nuestras vidas. No se trata de que el socialismo es malo y el capitalismo es bueno, no, se trata de que no sabemos escoger, de que poco entendemos de economía, de que nuestra educación es insuficiente y de que votamos con las emociones en vez de votar con el razonamiento.

Yo quiero influir en que debemos entender de política, debemos entender de democracia, debemos entender de economía. Si queremos vivir bien, debemos escoger mejores políticos, mejores sistemas. Debemos educarnos y también educar. Tenemos que interesarnos en estos asuntos y entender que cuando escoges un mal político, puedes destruir tu propia vida.

Enseña a tu hijo sobre economía, sobre política, sobre la perversión de la izquierda y las injusticias de la derecha. Enseña sobre civismo, instituciones, que entienda que una sola promesa incumplida, hace prever un político mentiroso, que es menester tener responsabilidad y que la libertad y la democracia son valores fundamentales.

Cambiemos esa tara política que tenemos en Latinoamérica. Es nuestro deber.

Sepa.