Yo soy de los que prefiere recordar a la gente en vida. La imagen de la muerte, aunque es el final lógico de todo ser humano, yo personalmente la evito para concentrarme en la vida.
Hace poco una familia en Venezuela salió de viaje, su lancha naufragó y aún están en labores de rescate. Han encontrado varios sobrevivientes, y se confirma una fallecida. Hay toda una historia detrás de eso. Una madre que amamanta hasta morir para que sus hijos sobrevivan, un pequeño bote salvavidas prácticamente de juguete, que duró 4 días sin desinflarse, y una cava con una persona adentro que aguantó también todos esos días. Heroísmo, milagro, tragedia.
Las redes, como siempre, un hervidero de opiniones. Muchos que en su vida se han montado en un peñero, hablando como expertos en navegación, otros culpando de imprudencia, otros diciendo lo que «debía» hacer, y menos mal, mucha gente enviando solidaridad y apoyo. Los buenos son más, aunque los imbéciles siempre hagan mucho ruido.
¿Mi reflexión? Los accidentes, muchos de ellos, se pueden prevenir. Este se pudo prevenir, pero cuando las cosas pasan, pues pasan. Aquí no hay culpables, solo víctimas. De ninguna manera voy a juzgar a los protagonistas de esta historia, al contrario, quiero mandarles mi solidaridad y apoyo. Mi equipo y yo estamos a la orden de los familiares si nos necesitan, y de forma totalmente gratuita.
Por otro lado, quiero rendir un homenaje a la vida y al amor con este video. Que el recuerdo sea de felicidad, diversión y unión. Niños alegres y gente disfrutando. La vida se debe vivir a plenitud, ya que, sin duda, jamás se sabe cuando es el final. En consecuencia ni las sonrisas, ni los te amo, ni los abrazos, deben dejarse para después.
Sepan.