A veces los momentos oscuros parecen interminables
No siempre tenemos la esperanza, la fe e incluso el optimismo para ver la salida de las tormentas de nuestra vida
A veces vivimos situaciones que ponen a prueba nuestra capacidad de tener la idea de un futuro mejor
Tormentas en la vida que se llevan a su paso los cimientos de nuestra fe y nos colocan en la incertidumbre de sentirnos solos
Muchas veces vemos el horizonte y nos parece que es peor el futuro que el presente. A veces nos da miedo la vida tal como la vivimos
Sentirnos desamparados, sin esperanzas y con la mirada alicaída presagiando la lagrima al caer. A veces estamos así
Muchas veces sentimos que nuestro Dios personal nos abandonó y el ángel de la guarda en su año sabático nos dejó en total soledad
Es totalmente cierto que muchas veces sentimos que la mejor opción es irse. Quizás a estar peor, pero irse
Los presentes que nos agobian tienen en sí mismos el sádico ingrediente de hacernos desear futuros que de paso, no vemos posibles
Nos acechan pensamientos que de manera intrusa se cuelan en nuestra alegría, diciéndonos que no tenemos derecho a ser felices
Lo peor de esta desesperanza que a veces nos agobia es que no hacemos nada. Es como si nos eliminaron el gen de luchar por ser felices
No solo muchos hemos aprendido a vivir con aquello que nos hace infeliz sino que nos agarramos a eso, sin despojarnos de el
A veces somos infelices por nuestros propios medios y encima esperamos que alguien nos saque de esa infelicidad
A veces no se sabe que es peor: el martillo que nos trata como clavos o que al darnos el golpe, ni siquiera nos apartamos ante el segundo
No creo que la desesperanza sea aprendida, es en muchos casos decidida y esto se ve cuando no se hace nada para salir de ella
A veces somos tan sumisos que el opresor nos pisa sin distingo ya que sabe que nacimos para alfombra y nunca para ser libres
No es que salgamos a la calle a protestar, es que ni siquiera protestamos ante nuestra propia sumisión
Siempre pensamos que necesitamos un grupo enorme para ser escuchados y se nos olvida el poder de uno
Vivimos momentos oscuros y ni siquiera somos capaces de prender un linterna. Asumimos que alguien nos quitará la noche
Entonces nos quejamos y quejamos para al otro día seguir sometidos, haciendo lo mismo pero esperando diferentes resultados
Vivimos soñando en salvadores mientras morimos hundidos
Le tenemos envidia a quien si lucha por sus derechos y esperamos que alguien venga acá y luche por los nuestros
Vemos pasmados como quien nos decía que iba a dejar la vida por nosotros, sentarse en la misma mesa con quien nos la quita
Si no luchamos, si no construimos futuros, viviremos los presentes que nos dicten quien con su mandato nos grita sométete y calla!
Nos culpamos de no hacer nada, de hecho decimos que la culpa es de todos, pero al final, mañana, iras a trabajar como todos los días
Esperamos que alguien tome la iniciativa pero nosotros no tomamos la nuestra. Somos uno profesionales en el arte de esperar por otro
Le decimos al otro lo que debe hacer. Somos maravillosos en el arte de criticar y decirle al otro lo que tiene que hacer
A veces somos tan sumisos que estrechamos la mano de quien nos pega y nos escudamos en eso es acto de caballerosidad y educación
Y el drama es que no nos atrevemos. No somos capaces de construir futuros sino esperar que vengan y lo hagan por nosotros
Nos sometemos, hacemos nuestras colas, vivimos nuestro desabastecimiento y día a día seguimos soñando con futuros mejores
Y que nos domina nos susurra siempre al oído de forma convincente: y qué? Vas a protestar? Y si te matan? Y así nos somete
El dominante sabe bien cómo hacernos callar. Se nos convierte en amigo y con mucho amor nos dice: cuídate, no protestes, te puede pasar algo
No es un asunto político, es un asunto psicológico. Nos sometemos, incluso si quien nos domina es de nuestro propio partido
Es difícil ser libre y más cuando nos es muy fácil ser cómodos
Le tememos más a la muerte que a una vida desgraciada
No entendemos por qué no reaccionamos, pero no nos damos cuenta que no reaccionamos. Siempre viendo a los demás, nos obviamos
Creamos líderes que nos traicionan, seguimos ideas que nos mienten y al final desesperanzados, seguimos el camino que queda: la idea de irse
Y que hacer preguntan muchos? No entienden que mientras ellos mismos no se respondan, nadie les dirá que hacer
Y dime, tú que propones? Y te volviste a someter a la «propuesta» de otro. Creando mesías en cada conversación que entablas
Crédulos y esperanzados nos embarcamos en gestas retoricas que solo benefician al hablador de pendejadas
Mientras, hacemos chistes de nuestros dramas, total, mejor reír que llorar
Y yo apago mi luz como protesta, pero más tarde la vuelvo a prender. Quedarme protestando no me sirve. Yo no sirvo
Al final de toda la historia veremos por tv los pueblos que no se someten mientras vivimos la historia de aquellos con más de 50 años sometidos
Y que es lo que nos deprime? Que el otro no salió a protestar. El otro, el que no soy yo
Mañana haré mi cola para comprar más caro lo que no hay y me quejaré de la vida y de que nadie protestó, ni siquiera yo
Mañana es otro día para seguir haciendo lo mismo que he venido haciendo todo este tiempo: someterme y esperar que otro se arriesgue
Eso sí, mañana también me quejaré. Aquí en mi espacio seguro, en mi cajita de cristal. Me quejaré de que otro no salió a protestar
Ya apagué mi luz, ya la prendí, ya protesté. Ya luche por mi patria. Ahora veré la novela, esa que dicen que me hace violento
Mañana será otro día. Mañana seguiré pensando en futuros y en mesías que me rescaten. Mientras veo la pelota y me rio en un país que no existe
Mañana haré mi cola para comprar más caro aquello que no se consigue y a mis adentro diré «cuando iremos a salir de esto?» y nada más
Y todo esto tiene un nombre: anomia. Un nombre corto para una historia larga y penosa