DE LO SUBLIME A LO RIDICULO

Somos seres que trazamos líneas rectas en un mundo que es redondo. Nos lanzamos en paracaídas, cruzamos continentes, subimos picos sin oxigeno, conquistamos los polos y las profundidades y llegamos a otros planetas. De paso, destruimos el nuestro y a cada rato nos matamos entre balas y bombas. Creamos religiones de paz que van a la guerra y adoramos profecías de amor realizadas por alguien muerto con corona de espinas y muerto crucificado. Somos intensos y a su vez somos expertos cambiando canales del control remoto por el simple hecho de mover una parte de tu cuerpo en constante aburrimiento.

 

Nos embarcamos en amores insurrectos para luego morir en un adiós, producto del desden de no entender que todo viene por que nos amamos profundamente. Somos capaces de pelear con el ser amado y decirle las palabras mas duras cuando en el fondo nos morimos por hacerle el amor. Decimos improperios contra Dios cuando en realidad sangramos por la herida de sentirnos solos en un mundo infinitamente caótico. Estudiamos para darnos cuenta que era mejor no saber nada, que la cultura es solo una excusa para ser aceptados y que la rebeldía es una manera de ser alienado por una nueva visión. Nuestros paradigmas son solo recetas para tratar de organizar la frustración con la depresión y orquestar una manía que nos saque de lo que sin duda seria un suicidio.

 

Somos buenos y a su vez malos. Organizamos gestas libertarias y llenas de amor con palabras altisonantes que llevan muerte como titulo y social como emblema, como si lo social tuviera que ver con la muerte. Ayudamos a los demás y atacamos a quienes no están de acuerdo con nosotros. Somos jueces, parte, delincuente y mirones. Decimos mentiras que ocultan verdades que no nos queremos decir. Somos marionetas de nuestras pasiones para muchas veces darnos cuenta que estamos llenos pero de vacío. Lo tenemos todo e igual buscamos lo que nos falta. Somos complejamente predecibles y nos la pasamos creando teorías que nos involucren a todos cual receta culinaria con ingredientes de la temporada.

 

Somos un aborto de la muerte de la que nos escapamos cuando nacimos. Sonreímos cuando matamos y lloramos cuando perdemos la pistola. Somos una amalgama de contradicciones que solo nos llevan a entender que la imagen y semejanza de Dios no es sino un caos en ebullición. Somos bellos haciendo cosas horribles y a su vez tratando de acomodarlo. Creamos el virus para vender el cortafuego. Creamos el dinero para hacernos deudores. Comemos de la vaca y de la planta para luego decir que defendemos el derecho de los animales y de las plantas. Hacemos de la música un ruido del cual sacamos acordes que hagan una apoteosis de lo poco que vale una mujer y lo rico que es su “meneo”. Antes de mirar el alma miramos “el culo” y al ver los ojos de quien amamos solo entendemos de cama y piel. No es que somos malos, es que somos buenos y no lo sabemos.

 

Al final, somos sublimes que andamos hermanados con lo ridículo. No es una mala noticia, es mas bien un darse cuenta.

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