MALTRATANDO UN POEMA

A veces me aturden los sonidos del silencio. Esas disonancias marcadas en bemoles que no suenan a nada y que no hacen armonía ya que son sonidos que no se escuchan, por eso silentes. Es una cantidad de significantes que no tienen significado si no llevan implícitos la pasión reverberante de un beso plasmado en una boca sedienta de los mismos. Es una libido enmarcada en la vida que no cesa de producir pulsiones que me llevan obligatoriamente a la sublimación y por que no represión, para poder vivir en sociedad. Es la amatista convertida en piedra de cantera lo que siento cuando tengo que reprimirme para no decir a los cuatro vientos que necesito vivir lleno de emociones altisonantes llenas de heroísmo, aventura, valentía y cobardía, llena de gestas históricas que inflen un ego adormecido que solo conoce de reposo intelectual y de noches de lectura de libros escritos por otros.
No me acuerdo ya desde cuando se que mis propios silencios hacen ruido, pero si se que la armonía de mis sentimientos producen la orquesta no tan profesional ni con tanta experiencia en que se ha convertido mi vida en los últimos años. Es sencillamente la postrimería de la juventud que se va y el ocaso que sobreviene lleno de constructos por definir y nuevas montañas que escalar, con el consabido final. No es que me sienta viejo, es que sencillamente me siento y ya eso es suficiente para darme cuenta que la crisis está para quedarse y que la acojo con la alegría con que un niño acoge un juguete nuevo. No tengo miedo al tiempo, tengo miedo a que no me alcance.
Cuando veo la juventud y sus derrotas, cuando veo la ignorancia y la ignonimia entonces me doy cuenta que mis viejos pensaban lo mismo de mi. Hoy parece que estoy en el lado de los que piensan que cuando yo era joven todo era distinto. Al final es una ilusión óptica, yo lo se, es la realidad que ahora soy joven para la vejez y viejo para la juventud. Es un silencio de mis pasiones que ensordece mi voluntad de vivir. Hoy el silencio no es mas que la prudencia de una palabra irritable que pugna por salir, es la sabiduría de una inmadurez que anuncia el aborto de una equivocación, es el silencio de los hombres maduros que solo señalan el grito permanente de libertad preso en la cárcel del intelecto y las formas adecuadas.
Es la realidad de que estoy cambiando, que los tiempos no son los mismos y que mejor me adapto por que si no perezco. Es la lucha entre la generación de la que pertenezco y la generación que esta emergiendo. Es la lucha en el campo de Marte de psique y Eros, conformando una fiesta para Baco y dándome cuenta que yo soy solo la flauta que el arlequín toca para producir la música de los bailarines. Yo no bailo, solo toco. Ese papel no me esta gustando y el guerrero no quiere quedarse mas en el reposo. El silencio es el ingrediente de la armonía

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