Quizás unas de las quejas mas pertinentes que escucho en mi practica diaria tiene que ver con las personas que después de años de convivencia se dan cuenta que el amor se acabó y que definitivamente ya lo único que queda es separarse, al intentar hacerlo, sobreviene el sentimiento de culpabilidad y el proceso se vuelve enfermizo y obviamente patológico. Nada más difícil que separarse de alguien bueno, que lo ha amado a uno y que sencillamente se terminó el amor. El asunto se hace mas complicado cuando el otro no acepta fácilmente que la relación terminó, entonces vienen los consabidos requerimientos fantasiosos y compensatorios derivados de un “seamos amigos”, “vamos a darnos un tiempo”, “lo que necesitamos es espacio” y cualquiera de otras formulas parecidas. La realidad es que cuando una relación se acaba es imposible darle otro estatus si no el del rompimiento. La amistad pudiese llegar después, pero de ninguna forma, cercano al momento de la separación. La negación de la separación lejos de ser un mecanismo de defensa, se convierte en un peso que si se hace crónico puede producir que una separación relativamente amistosa se convierta en una batalla campal de dolores y sufrimientos. No aceptar que las cosas se acabaron son sencillamente estrategias derivadas de aplazar lo inevitable. Cuando una relación termina no existe absolutamente nada que la reafirme de nuevo. Para volver se necesita crear una situación nueva con un sentimiento viejo; las posibilidades no son imposibles en este asunto pero sin duda remotas. Decir adiós debe ser un acto inalienable de rendición ante el peso de los hechos, eso debe aceptarlo quien termina y quien es terminado en una relación. Lo repito, mendigar amor es saberse miserable en el mismo. Si alguien termina una relación se debe respetar esa decisión, apretar los dientes y los glúteos y empezar la interminable letanía de lágrimas que bañen ese sentimiento de duelo espantoso que embarga a quienes en algún momento hemos tenido que terminar una relación. Lo que categóricamente no se debe hacer es mantener una esperanza que no existe, establecer seguridades que huelen mas a incertidumbre que a certezas. Cronificar una ruptura de relación es mas doloroso que la terminación en si misma. Eso se tiene que entender sin ningún tipo de resquemor al respecto: si uno no quiere más la relación, esta debe darse por terminada. “Me voy a suicidar”, “sin ti no podré vivir” son manipulaciones absurdas que no deben tomarse en cuenta a la hora de tomar una decisión de este tipo. Si existe riesgo de muerte verdadera se debe avisar a la familia y establecer comunicación franca y abierta. Si la persona es obsesiva y empieza la persecución y el acoso, se debe avisar a los cuerpos de seguridad, así haya sido la persona que mas amaste en la vida. Es intolerable además de un acto de lesa violencia el acoso, así sea por amor. En conclusión, terminar una relación es siempre doloroso, siempre una incertidumbre hacia la vida, siempre una apuesta a nuevas formas de vivir, independiente de cualquier consideración al respecto, si una relación se terminó, debe aceptarse, vivir el duelo y renacer de nuevo a la vida cuando las heridas se hayan sanado totalmente.
NO TE AMO
Quizás unas de las quejas mas pertinentes que escucho en mi practica diaria tiene que ver con las personas que después de años de convivencia se dan cuenta que el amor se acabó y que definitivamente ya lo único que queda es separarse, al intentar hacerlo, sobreviene el sentimiento de culpabilidad y el proceso se vuelve enfermizo y obviamente patológico. Nada más difícil que separarse de alguien bueno, que lo ha amado a uno y que sencillamente se terminó el amor. El asunto se hace mas complicado cuando el otro no acepta fácilmente que la relación terminó, entonces vienen los consabidos requerimientos fantasiosos y compensatorios derivados de un “seamos amigos”, “vamos a darnos un tiempo”, “lo que necesitamos es espacio” y cualquiera de otras formulas parecidas. La realidad es que cuando una relación se acaba es imposible darle otro estatus si no el del rompimiento. La amistad pudiese llegar después, pero de ninguna forma, cercano al momento de la separación. La negación de la separación lejos de ser un mecanismo de defensa, se convierte en un peso que si se hace crónico puede producir que una separación relativamente amistosa se convierta en una batalla campal de dolores y sufrimientos. No aceptar que las cosas se acabaron son sencillamente estrategias derivadas de aplazar lo inevitable. Cuando una relación termina no existe absolutamente nada que la reafirme de nuevo. Para volver se necesita crear una situación nueva con un sentimiento viejo; las posibilidades no son imposibles en este asunto pero sin duda remotas. Decir adiós debe ser un acto inalienable de rendición ante el peso de los hechos, eso debe aceptarlo quien termina y quien es terminado en una relación. Lo repito, mendigar amor es saberse miserable en el mismo. Si alguien termina una relación se debe respetar esa decisión, apretar los dientes y los glúteos y empezar la interminable letanía de lágrimas que bañen ese sentimiento de duelo espantoso que embarga a quienes en algún momento hemos tenido que terminar una relación. Lo que categóricamente no se debe hacer es mantener una esperanza que no existe, establecer seguridades que huelen mas a incertidumbre que a certezas. Cronificar una ruptura de relación es mas doloroso que la terminación en si misma. Eso se tiene que entender sin ningún tipo de resquemor al respecto: si uno no quiere más la relación, esta debe darse por terminada. “Me voy a suicidar”, “sin ti no podré vivir” son manipulaciones absurdas que no deben tomarse en cuenta a la hora de tomar una decisión de este tipo. Si existe riesgo de muerte verdadera se debe avisar a la familia y establecer comunicación franca y abierta. Si la persona es obsesiva y empieza la persecución y el acoso, se debe avisar a los cuerpos de seguridad, así haya sido la persona que mas amaste en la vida. Es intolerable además de un acto de lesa violencia el acoso, así sea por amor. En conclusión, terminar una relación es siempre doloroso, siempre una incertidumbre hacia la vida, siempre una apuesta a nuevas formas de vivir, independiente de cualquier consideración al respecto, si una relación se terminó, debe aceptarse, vivir el duelo y renacer de nuevo a la vida cuando las heridas se hayan sanado totalmente.
Alberto que ocurre en el caso contrario cuando la otra persona no termina la relacion por amor sino por capricho? a ver si me explico con una hipotesis. tu pareja tiene un vicio nada bonito y dañino para si misma y los que la rodean. y tu en tus buenas intenciones intentas que lo supere, pero te sale el tiro por la culata y la otra persona simplemente decide terminar la relacion despues de años.. se puede decir que ¿Hubo amor de verdad alli? y ¿Seria posible retomarlo?
Simplemente duele muchísimo, inconmensurablemente.
Nadie muere de amor, dolera un tiempo, el tiempo que tu le permitas a los pensamientos del ayer que invadan tu hoy. HOY esa persona no esta y ayer ya paso asi que no queda mas que vivir y aprender de lo sucedido, ir a terapia para evitar volver a repetirnos
Es espantoso estar con alguien a quien ya no amas, a veces te decepcionas tanto que sin darte cuenta pasas todas las etapas del duelo estando todavía con esa persona y de pronto un día decides que no la quieres más en tu vida y no sientes ni un poquito de remordimiento ni culpas ni resentimiento ni nada, solo la necesidad de que se vaya y entonces empezar de cero una nueva vida, sientiéndote libre y en paz.
excelente articulo, me parece muy bien que se describa esta circunstancia , a mi me esta pasando soy la parte que termina y el que no acepta ha hecho todo loque dice el articulo. gracias a dios que no tube por ahora que llegar a la parte legal, pero esta planteado. cuando se deja de amar, se acaba TODO
cierto
Muy doloroso….
Excelente articulo! no hay nada mas terrible que vivir con alguien que no se ama y mas aun retomar una relación por tener un peor es nada, cuando en su momento se finiquito con el asunto