El peligro del positivismo tóxico

El positivismo tóxico es mucho más dañino de lo que parece.

Detrás de esa constante sonrisa y ánimo inquebrantable, puede esconderse un narcisismo que busca reconocimiento y validación. Aquí te explico por qué es crucial diferenciar entre ser optimista y caer en la trampa de la positividad vacía.


Hablar de positivismo tóxico no es fácil, pero es necesario. Muchas veces se confunde el ser optimista con no aceptar la realidad. Y aquí está el problema. El positivismo tóxico es, en su esencia, un acto de narcisismo. ¿Por qué?

Porque muchas personas que insisten en mantener una actitud positiva en todo momento, lo hacen buscando algo más que simplemente motivarte.

Lo que buscan, muchas veces de manera inconsciente, es que tú les agradezcas, que les digas “¡Qué bueno eres!”, “Gracias por motivarme” o “Me hiciste sentir mejor”.

En el fondo, lo que quieren es reconocimiento, alimentar su ego, sin realmente ayudarte a enfrentar lo que está sucediendo.

El optimismo auténtico, en cambio, no niega la realidad.

Reconoce que las cosas no siempre salen bien, pero se enfoca en encontrar soluciones reales. Es un equilibrio entre aceptar las dificultades y trabajar para superarlas.

No se trata de decirte “todo va a estar bien” sin más, sino de darte herramientas para que puedas avanzar y alcanzar tus metas.

Las personas que se mantienen en un constante estado de ánimo elevado y que siempre tratan de animarte, a menudo no están preocupadas por tu bienestar. Están más interesadas en que les reconozcas su papel como “motivador”.

El verdadero apoyo no se trata de hacerte sentir mejor solo por un momento, sino de ayudarte a enfrentarte a lo que estás viviendo de una manera práctica y constructiva. Por eso, cuando te encuentres rodeado de personas que insisten en una positividad constante, es importante que te preguntes: ¿Realmente me están ayudando o están buscando su propio reconocimiento?

Conclusión: El positivismo tóxico no te lleva a ninguna parte. Dejarte envolver por esta actitud solo te mantendrá estancado en una falsa ilusión de bienestar. Enfrentar la realidad, buscar soluciones y rodearte de personas que te apoyen de manera genuina es la clave para crecer y avanzar.

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Soy de pocos amigos y te voy a decir por qué

Yo tengo dificultad para tener amigos, varias veces lo he dicho acá. Mi personalidad no es fácil y yo reconozco que tiendo a ser bastante duro y abierto en la expresión de mis sentimientos, cosa que en mi experiencia, nunca es buena en la amistad.

La mayoría de los amigos que he perdido nacen de que yo expreso mis emociones, comunico mis necesidades emocionales y digo claramente lo que me gusta o no de algo, y eso, la verdad, jamás ha sido bueno para mantener amistades. Además hay otro problema en ese sentido: no pienso cambiar eso.

Pero hay amigos que sí tengo y que son igual que yo en ese sentido. También me expresan lo que sienten, dicen honestamente sus emociones y son capaces de criticarme sin misericordia, pero siempre con total buena intención. Esos amigos son recíprocos conmigo. Para mí, son los mejores amigos, pero eso sí, son pocos, muy pocos.

Tengo un concepto muy claro de la amistad: tiene que ser recíproca. Si lo que yo envío no es devuelto en igual medida, en mi visión de la vida, eso no es amistad. Eso también vale para el amor, y la amistad es una forma de amor. Sin reciprocidad, entonces no. Definitivamente no.

Otra cosa que para mí es fundamental, es la crítica. Yo no temo que mis amigos (los que yo considero amigos) me critiquen o emitan juicios sobre mi. Al contrario, los valoro profundamente, porque sé que vienen con buenas intenciones y vienen desde el amor.

Jamás soy defensivo ante las críticas y juicios de mis buenos amigos. No siempre los tomo, ya que tengo mi propio criterio sobre las cosas, pero siempre respeto sus visiones, críticas y juicios porque sé exactamente que nacen de querer que yo sea mejor persona o mejore cosas de mi.

Esos son buenos amigos.

Así que allí les dejo la reflexión: si la amistad no es recíproca, deja esa amistad. Si no te devuelven lo que das, sal de allí, y si tus amigos no acogen tus críticas como tú acoges las de ellos, mejor dejarlos que se estrellen solos. Tu amistad es valiosa, no la desperdicies en personas que no van a tomar en cuenta eso.


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Una reflexión sobre la hipocresía y la doble moral

Miren, si ustedes ven a su esposa o ven a su hija, en un piso, meneando el pompis, y eso a les parece normal y les gusta, y no tienen ningún problema con eso, bueno, definitivamente son personas que cree en la libertad de expresión, que creen en la libertad del uso del cuerpo, y que creen, sencillamente, que una mujer merece el respeto que merece, a la hora de hacer lo que le dé la gana.

Si por el contrario, ves a tu hija o ves a tu mujer haciendo eso, tirándose en el piso y meneando el pompón, bueno, entonces sientes que eso es algo incorrecto, que eso es algo terrible, que eso es una falta de respeto, y que eso, definitivamente, ninguna mujer decente debería hacer, pues entonces eso habla de tus valores, de tu criterio, de tu moral y de lo que tú sientes sobre el cuerpo de una mujer y sobre la exhibición de la misma.

¿Qué significa eso? Que cuando a nosotros nos tocan las cuestiones desde el punto de vista personal directo, es allí donde nosotros realmente vamos a ver el valor, los valores, la moral, nuestra sensación o nuestra visión acerca de lo que es la exhibición de la mujer o no.

Por otro lado, hay algo bien importante, en el sentido de cuando nosotros aplaudimos o queremos, o llenamos de premios a un cantante que habla siempre de utilizar a la mujer, de usar sexualmente a la mujer, de darle por detrás a la mujer, y toda una serie de cosas que se dicen de manera, incluso, bastante despectiva hacia la mujer, nosotros le aplaudimos y le queremos y le escuchamos sus canciones.

Y por otro lado, entonces cuando vemos a una mujer que dice más o menos esta misma cosa, o que habla del punto de vista del uso sexual del hombre y todo esto, ah, entonces decimos que esa es una mujer que no merece respeto, que es una mujer que no se respeta a sí misma, que es una mujer que no tiene dignidad.

Eso es una doble moral. Eso es una hipocresía. Y eso, definitivamente, tenemos que mirarlo en nosotros mismos, para darnos cuenta que muchas veces en las redes, lo único que nosotros queremos es ser políticamente correctos, moralmente perfectos.

Pero la realidad es que, en el fondo, tus valores, tus criterios y tu visión sobre estas cosas, son las que verdaderamente tienes por dentro.

¡Así que revísate! Revísate a ver si no eres un hipócrita, revísate por dentro pa ver si no eres un doble moral, revísate por dentro a ver si realmente tú piensas que la libertad de la mujer tiene que ser absolutamente total, y ella puede hacer con su cuerpo lo que le dé la gana. O en el fondo, eres un machista retrógrado o eres una machista, porque hay mujeres machistas, que quiere reprimir la expresión corporal de las mujeres.

Revísate para que tú mismo saques tus propias conclusiones.

Lleve.

¿Tu libertad tiene límites?

Estamos en una sociedad en la que todo el mundo se ofende por cualquier cosa, donde la susceptibilidad, no es susceptibilidad, sino debilidad de personalidad.

Ahora con el tema de la inclusión y entendernos todos y aceptarnos todos, al final, no aceptamos a nadie. No queremos opiniones diferentes, y cualquier cosa que escuchamos o leemos que no va de acuerdo con nosotros, inmediatamente nos hace sentir ofendidos y empezamos con la cultura de la cancelación.

En nombre de la libertad, resulta que nos hemos convertido en represores, y en medio de esa ilógica libertad, de esa total e incongruente forma de aspirar a la inclusión, generamos una sociedad en la que un tipo mata a 19 niños y a 2 maestras, generamos una sociedad donde la violencia se hace más grande, donde la guerra la pasan por televisión mientras te desayunas, mientras matan a miles y miles de civiles con bombardeos indiscriminados.

Es importante, volver a la disciplina, volver al orden, volver a tenerle miedo a la ley. Es importante empezar a respetar al policía, respetar al militar, establecer y respetar las instituciones, empezar a sentir el temor que todo delincuente debe sentir al ser descubierto.

Debemos empezar a fortalecer nuestra personalidad, a tener tolerancia a la frustración, a vivir en una sociedad que tenga normas, principios, reglas, y que exista miedo a no cumplirlas, a que entendamos que la libertad tiene límites, que entendamos que la inclusión no significa libertinaje, y que los procesos de vida tienen que ser aceptados, siempre y cuando no afecten los procesos de vida de los demás.

Bueno, eso era lo que quería decir.

Lleve quien tenga que llevar.


Los que somos emigrantes…

Los que emigramos debemos adaptarnos a las costumbres del país que nos recibe, respetar sus tradiciones y ser los mejores ciudadanos posibles. Obviamente, tampoco es que vamos a bajar la cabeza y dejarnos humillar por algunos xenófobos que siempre hay en cualquier país.

Y tampoco es que vamos a andar acomplejados por el mundo porque somos un pueblo en huida, en el caso de los venezolanos, (cientos de países han pasado por lo mismo), pero eso no significa que seamos prepotentes o egocéntricos.

Es fundamental entender que ningún país nos debe nada, ninguna sociedad está en deuda con nosotros. Nos acogen, nos adaptamos, ayudamos a ese país que nos brinda oportunidades y servimos con nuestro trabajo, nos comportamos correctamente y llevamos el nombre de nuestro país en alto. Así funciona. Así debe ser.

Sepan.

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Cómo hacer dieta de problemas

Una vez estuve conversando con alguien que me decía que le era sumamente difícil salir de una relación tóxica. Mi respuesta fue «es que eres poco inteligente». A ella le sorprendió mi respuesta. No sabía si la había insultado o le estaba dando la clave de la solución de sus problemas.

Le explique que la inteligencia es la capacidad de resolver problemas y que su relación era tóxica, en consecuencia, era un problema.

Ella me preguntó cómo resolver eso. Yo le dije que la base fundamental de su incapacidad era el no reconocer que estaba al lado de una relación tóxica. Ese punto de inicio es fundamental: reconocer el problema.

Para hacer dieta de problemas debemos ser capaces de identificar los problemas que tenemos. Entender cuáles son problemas y si verdaderamente la solución depende netamente de nosotros o requerimos ayuda de alguien más, llámese pareja, familia, amigos, o un psicólogo.

Muchas veces la vida nos pesa, y vamos saltando de un problema a otro. Salimos de algunos, pero permanecemos en otros. ¿Por qué? Porque no tenemos certeza de que es un problema en sí.

El cambio empieza por asumir que estás en medio de algo que no puedes solucionar, y cuando te des cuenta de que eso es así, buscarás cómo salir de ese rollo. Lo harás y ya.

Otra cosa fundamental es ver la vida desde la calma, desdramatizar nuestra vida, aplicando mi filosofía de la paz.

Y la paz, desde mi punto de vista, es de todas las necesidades emocionales humanas, la principal.

No echarle leña al fuego también es una manera de verlo. Porque los problemas siempre van a surgir, pero sin duda alguna, hay gente que persigue los problemas, que es adicta a andar metida en un toma y dame, un zafarrancho, un rollo, una cosa.

Hacer dieta de problemas también implica aprender a encontrar la paz interna.

Sepa.


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