Navidad significa nacimiento y para mí es un símbolo permanente de que nosotros podemos nacer de nuevo, en la medida en que decidimos cambiar nuestra vida. Sostengo que quien no cambia, algún trastorno debe tener. Cambiar es lo único permanente en la vida. Cambiar es normal.
Ahora bien, ¿quién de nosotros viendo nuestra vida en retrospectiva no quisiera tener la oportunidad de hacer algunas cosas diferente? Creo que ver hacia atrás y no encontrar nada de qué arrepentirse, es propio de quien jamás hizo nada en la vida, nada relevante, nada importante. El error siempre está presente, la falla, la sombra, incluso si lo vemos desde la religión, el pecado. El tema es que no podemos volver atrás. Lo hecho ya se hizo y la vida siempre continúa.
Por eso, nacer de nuevo es fundamental: es mirar dentro de uno e iluminar las sombras, perdonar y perdonarse, es construir una versión que te haga sentir mejor, es amarte y amar, es enderezar los entuertos y caminar más erguido, ojalá sintiéndonos un poco más orgullosos de nosotros.
Nacer de nuevo es encontrar el amor hacia sí mismo que nos hace más serenos, tranquilos, estables y comprometidos. Nacer de nuevo es renovar la autoestima y alejarse de quien te la destruye o afecta. Nacer de nuevo es sonreír y también poner límites. Es acercarse y también alejarse. Nacer de nuevo es seguir viviendo pero sintiendo diferente, pensando diferente, asumiendo el sí mismo diferente, y también reconociendo al otro.
Así que estas fechas son la excusa perfecta, renovable y anual. Podemos darle un significado especial celebrando el nacimiento de nosotros mismos. No podemos reparar el pasado, pero sí podemos formar un mejor futuro, sobre todo si decidimos nacer de nuevo, y amarnos un poco mejor, para amar un poco mejor también.
Nacer de nuevo siempre será un acto que te descubra y eso, te lo digo desde la psicología y también desde mi experiencia personal, te hará estar mucho mejor contigo mismo y con el mundo que te rodea.