¿EL DESEO DE HACER HISTORIA O APOLOGIA A LA IGNORANCIA POLITICA?

Unos de los momentos mas importantes en la vida de un hombre o mujer es cuando siente que esta en un proceso de trascendencia. Dejar una huella es sinónimo de vencer la muerte, ese arquetipo tan tenebroso al que la mayoría teme y al que inexorablemente iremos a su encuentro. La búsqueda de hacer algo grande ha llevado a hombres y mujeres de todas las nacionalidades a intentar cambiar el curso de la historia. Cada país tiene un héroe nacional.

En Venezuela existe el culto a Bolívar, no es para menos, si uno observa todo lo que hizo. El problema del culto al héroe es que nos impide observar la imperancia de lo moderno, la fuerza natural que nos obliga a salir de la entropía. Al adorar nuestros libertadores, estamos condenados a vivir bajo su manto. Imaginemos a Francia adorando a Napoleón y sintiendo que tiene que conquistar el mundo, o Alemania adorando a Bismark, igualmente nos podemos imaginar a Londres adorando a Churchill y creando en la imaginación nacionalista que la raza alemana esta podrida y tiene que desaparecer (excusa que ese mandatario erigió para bombardear Dresden). También podríamos pensar en Rusia adorando a Stalin, o en todo caso a Lenin, también podríamos pensar si el lei motiv del gobierno chino fuera Confucio. Estoy seguro querido lector que si nos imaginamos cada uno de estos ejemplos y estos fueran realidad, este mundo ya hace rato hubiese desaparecido y el orden mundial serian no menos que una selva africana.

Acá tenemos a Chavez y su bolivarianismo a ultranza. Su ideal socialista y un sin fin de gestas liberadoras de la opresión que el imperio nos tiene sometido, cual gesta de Bolívar contra la opresora España. Vivimos en el siglo 18 y creo que no nos damos cuenta, buscando la integración panamericana, la cual no es mala de ninguna forma, pero las ideologías son muy diferentes, de la misma forma buscamos la liberación de Colombia y del Perú, cual Bolívar arrancadole de las garras oligarcas dos pueblos hermanos de Venezuela. Bolívar reencarnó en Chavez, o por lo menos el ultimo así lo cree, así lo vive.

Mientras, el venezolano vive preso de la delincuencia, preso de la suciedad, de las calles que destrozan carros, de los hospitales que no sirven, de las escuelas cambiando su educación por ideología, inmersos en la eterna pelea del bien y el mal, del revolucionario y la CIA, ahora la cortina de hierro no es europea, es Venezolana. Vivimos en la dicotomía de escuchar permanentemente que Globovision es un medio terrorista pero regañan a Lina Ron cuando enfila contra el canal. Esta Venezuela no es como la de Bolívar, ni Chavez es el libertador, pero de todas formas, en el inconsciente colectivo vivimos como si así fuera. No existe chavista que no este salvando la patria, ni opositor que no luche contra la opresión revolucionaria. Vivimos entre gestas y gestas, entre luchas fratricidas que nos conducen a sentirnos grandes, poderosos, ideológicamente preparados, cultos, políticamente formados, es decir, al final, superiores.

Tener una posición política equivale hoy en día en Venezuela a pertenecer a una nueva elite de intelectuales, guerreros, libertadores, estadistas y eruditos. Cuando no somos más que un pueblo acomplejado por no saber escoger a sus gobernantes y por no encontrar el camino del progreso donde solo algunos países de Latinoamérica, casi toda Centroamérica y parte del Asia aun faltan por alcanzar. Somos minoría en el mundo. Somos los pobres tratando ser ricos, pero nos sentimos grandes por que no somos como los demás. Pobres pero honrados y con la cabeza muy en alto. Que complejo, que gran complejo.

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