Una vez estuve conversando con alguien que me decía que le era sumamente difícil salir de una relación tóxica. Mi respuesta fue «es que eres poco inteligente». A ella le sorprendió mi respuesta. No sabía si la había insultado o le estaba dando la clave de la solución de sus problemas.
Le explique que la inteligencia es la capacidad de resolver problemas y que su relación era tóxica, en consecuencia, era un problema.
Ella me preguntó cómo resolver eso. Yo le dije que la base fundamental de su incapacidad era el no reconocer que estaba al lado de una relación tóxica. Ese punto de inicio es fundamental: reconocer el problema.
Para hacer dieta de problemas debemos ser capaces de identificar los problemas que tenemos. Entender cuáles son problemas y si verdaderamente la solución depende netamente de nosotros o requerimos ayuda de alguien más, llámese pareja, familia, amigos, o un psicólogo.
Muchas veces la vida nos pesa, y vamos saltando de un problema a otro. Salimos de algunos, pero permanecemos en otros. ¿Por qué? Porque no tenemos certeza de que es un problema en sí.
El cambio empieza por asumir que estás en medio de algo que no puedes solucionar, y cuando te des cuenta de que eso es así, buscarás cómo salir de ese rollo. Lo harás y ya.
Otra cosa fundamental es ver la vida desde la calma, desdramatizar nuestra vida, aplicando mi filosofía de la paz.
Y la paz, desde mi punto de vista, es de todas las necesidades emocionales humanas, la principal.
No echarle leña al fuego también es una manera de verlo. Porque los problemas siempre van a surgir, pero sin duda alguna, hay gente que persigue los problemas, que es adicta a andar metida en un toma y dame, un zafarrancho, un rollo, una cosa.
Hacer dieta de problemas también implica aprender a encontrar la paz interna.
Sepa.

