El rostro oculto de tu ex: Lo que revela la ruptura

¿Alguna vez te has sentido perdido después de una separación? 

Muchas veces, durante una relación, vemos a nuestra pareja a través de un filtro de amor y expectativas. Esta percepción puede distorsionar la realidad, haciendo que ignoremos aspectos importantes de su personalidad y comportamiento. 

La separación, aunque dolorosa, nos despoja de esos filtros y nos enfrenta a una verdad que quizá no queríamos ver.

Descubrir el verdadero rostro de tu ex pareja puede ser desconcertante. A veces, la ruptura revela comportamientos inesperados, desde falta de empatía hasta manipulación emocional. 

La verdad verdadera es que este proceso puede sacudir tu autoestima y hacerte cuestionar tus decisiones y juicios.

¿Qué hacer ante eso? ¡Aprender la lección! Hacer de esa experiencia una oportunidad para crecer emocionalmente. 

Aquí te traigo 4️⃣ tips para que transites la separación de la manera más provechosa, entendiendo que nadie sale ileso cuando definitivamente decimos ¡Esto se acabó!

1️⃣ Acepta la realidad: Permítete ver a tu ex pareja tal y como es, sin justificaciones ni excusas.

2️⃣ Reflexiona sobre ti mismo: Analiza qué te llevó a mantener esa relación y qué puedes aprender de ello.

3️⃣ Establece límites claros: Si el comportamiento de tu ex pareja es dañino, protege tu bienestar estableciendo límites firmes.

4️⃣ Busca apoyo: Hablar con amigos, familiares o un terapeuta puede ayudarte a procesar tus emociones. 

Recuerda, cada final es un nuevo comienzo. Y aunque terminar una relación es doloroso y quizás nos enfrenta a las peores sombras de quien fue nuestra pareja, siempre será  preferible una buena separación a una mala compañía.

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¿El amor lo soporta todo?

Yo siempre he pensado que el amor es una de las cosas más endebles que hay.

No soporta casi nada.

Estoy hablando del amor de pareja.

El conflicto, la inestabilidad, las peleas, la agresión, la rutina, la violencia, malos tratos, dejadez, falta de comunicación, incomprensión, carácter, personalidad, mentiras, desconfianza, celos, irrespeto, mal sexo, problemas económicos, problemas familiares, situaciones políticas, religiosas, inmadurez, trastornos emocionales, familia entrometida, madres, suegras, padres, estrés, distancias, infidelidades y pare de contar, todas esas cosas pueden matar el amor.

Cualquiera de todos los elementos mencionados son susceptibles de enviar tu relación al infierno, que pasa primero por el cansancio y luego, llega el final.

Así que no me vengan con cuentos.

El amor se acaba y aunque ustedes quieran darse consolación y pensar en pajaritos preñados, no, no se transforma. Se acaba y ya.

Lleve.

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Entender que no te aman

Esta es una de las cosas más complicadas de entender. Es quizás de los aspectos en las relaciones de pareja que más difícil es de procesar: entender que no te aman.

La tendencia es a pedir amor, atención, cariño y cuidado. Insistimos mil veces, nos ponemos bravos, reclamamos, hacemos malabares para intentar adaptarnos al desamor de la otra persona, hacemos mil cambios, nos hacemos los locos y un sin fin de cosas más para lograr que nos amen, que sean recíprocos, que nos nutran emocionalmente como nosotros pensamos que nutrimos al otro. Al final siempre se fracasa. Siempre.

Pero cuesta mucho entenderlo, cuesta mucho asumirlo y tomar la decisión de hasta aquí llegamos. La razón es que «a veces» si te aman, a veces si te dan ese beso esperado, ese sexo mágico o ese cariño que necesitas, y esos «a veces» se constituyen en el amarre necesario para que agarres aire y pienses que sí te aman, y continúes en el infierno. Es como que cada pedacito de cielo te hace olvidar el enorme infierno en el que vives.

¿Solución? Dejarse de pendejadas. Se tiene que tomar la decisión e irse.

¿Y saben que es lo más paradójico? Que cuando te vas, esa persona que no te estaba dando amor, pide que no la dejes y que deben seguir. Es la cosa más sádica que se puede ver, pero así ocurre, y no debes dejarte. Debes alejarte y terminar esa historia.

Cuando no hay amor, debes aceptar que no lo hay, y si no te sientes amado, debes respetarte e irte de un sitio que lo único que va a producir en ti es dolor y sufrimiento.


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La peor excusa: «estamos juntos por nuestros hijos»

¿Cuántos niños, cuántos hijos viven en matrimonios infelices? Y los padres, de alguna manera, se quedan juntos diciendo: «Es que nos quedamos juntos, por mi hijo». Y resulta que esa es la peor excusa posible que puede haber, sobre todo por la carga enorme que se le pone a ese niño, en función de mantener unido un matrimonio que ya no es viable.

Ese niño carga sobre sus espaldas la culpa de que sus padres sean infelices, pero esa culpa no es del niño, esa culpa se la están induciendo los propios padres.

Me da rabia cómo los padres utilizan a los niños como excusa para su propia infelicidad, y por no tener la suficiente valentía de asumir la decisión de separarse. Evidentemente, si son infelices, sino hay amor, pues claro que tienen que separarse.

Un niño se traumatiza, no por un divorcio.

Un niño se traumatiza fundamentalmente por la infelicidad, las peleas, la violencia y la agresividad que muchas veces existe en los matrimonios que ya no se quieren, que ya no se aman.

Es una irresponsabilidad total decir que un matrimonio no debe separarse por los hijos. Eso es realmente abominable cuando uno lo mira desde el punto de vista psicológico.

Si tú quieres un niño feliz, en principio, tienes que ser feliz tú. Si tú quieres un niño estable, si tú quieres un hijo emocionalmente sano, tú tienes que serlo.

Estar en un matrimonio infeliz, en un matrimonio sin amor, por tus hijos, te lo digo de frente y sin pena, es realmente no amar a tus hijos.


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Cuando nos rompen el corazón

No sé si lo sabes, pero tengo un libro llamado ¡Esto se acabó! y quiero compartir contigo un extracto para la reflexión:

Cuando nos rompen el corazón perdemos una parte de él y no la volvemos a recuperar. Después que hemos sido engañados, sentimos que la confianza es como las palabras en un mundo de sordos.

Es muy difícil volver a confiar cuando a quien amamos nos traiciona. La cicatriz que queda después que nos han despedazado el corazón, se llama desconfianza.

Cuando te rompen el corazón nadie queda igual que antes. Si cada vez que alguien nos rompa el corazón sufriera como lo hacemos nosotros, no habría tantas traiciones, pero a todos en alguna medida nos han roto el corazón solo para reforzar la tesis de que solo estás mejor.

En el amor, las garantía son inexistentes, es algo que repito con frecuencia, así que no debemos pensar en vengarnos de quien nos rompió el corazón, sería un acto no civilizado, aunque tampoco sea civilizado que nos rompan el corazón.

Dañar el nombre del amor es como hacer una guerra en nombre de la paz. Cuando queremos ver sufriendo a quien nos causó tanto dolor, estamos en presencia de un monstruo que hay que domar. ¿Cómo? Asumiendo nuestra responsabilidad y entendiendo que amar es un riesgo.

Si recordamos constantemente a quien nos hizo daño y cómo lo hizo, sentiremos dolor por más tiempo y esto además de hacernos mal a nosotros mismos, nos hará más difícil perdonar. El perdón llega cuando nos olvidamos de quien nos dejó.


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A veces la relación no funciona y no es culpa de nadie

Muchas veces nosotros cometemos el mismo error: andamos tan rápido en la vida, que no nos damos cuenta cuando las personas empiezan a mostrarnos que ya no nos quieren.

Andamos tan empecinados, estamos tan obsesionados y, de alguna forma, estamos, tú sabes, como con una gríngola puesta, que no nos permite ver bien las cosas. Entonces, nuestra pareja o la persona con la que compartimos la vida nos va dando señales. Nos va diciendo cositas. Nos va mostrando elementos que indican: este se va, este se va.

Y nosotros nos hacemos los locos. Estamos en tantas cosas, que no nos damos cuenta y, de repente, entonces cuando nos dejan andamos por allí llorando en los rincones:

¡Ay, me dejaron! ¡Yo no sabía! ¿Por qué me dejó?

Es importante que nosotros también tengamos en consideración el hecho de que los amores no son obligados. El amor se acaba y no fue porque tú lo hiciste mal, ni porque el otro también lo hizo mal.

Algunas veces el amor se acaba y sencillamente se acabó. En consecuencia, siempre es bueno echar un ojito, detenerte, mirar señales, y que la cosa no te agarre de sorpresa.

Es fundamental entender que nosotros durante nuestra vida vivimos frustraciones, nos sentimos profundamente frustrados, nos sentimos tristes y estamos así como, no sé qué hice, y esto no se me da, y aquello y lo otro, en el sentido de las emociones, de los sentimientos y de todo lo que tienes que estar relacionado con el tema del amor.

¿Cuál es la reflexión?

La reflexión tiene que ver con el hecho de entender que no todo se puede dar, no todo es completo. Tenemos que aprender a vivir con la falta. Esta idea de que todo lo merecemos, de que todo lo tenemos que tener, de que todo debemos vivirlo, no es verdad.

La verdad verdadera es que muchas cosas nos causan frustración, que en muchos momentos no somos felices y que otras circunstancias de vida pueden alterar nuestras relaciones amorosas.

En consecuencia, tenemos que convivir con la falta, tenemos que convivir un poco con la frustración y esto no significa que seamos mediocres o conformistas.

NO.

Significa que tenemos que tener tolerancia, resistencia en nuestro carácter y fortaleza en nuestro ánimo para que entonces, de esa manera, podamos sortear las situaciones negativas que se nos presentan en nuestras relaciones sentimentales y, al final, seguir siendo felices.

Lleve.

Y recuerda, nosotros sí sabemos cómo ayudarte. Pide aquí tu consulta.