¿Quieres un hijo emocionalmente sano? ¡Tú tienes que serlo!

¿Cuántos niños, cuántos hijos viven en matrimonios infelices? Y los padres, de alguna manera, se quedan juntos diciendo: «Es que nos quedamos juntos, por mi hijo». Y resulta que esa es la peor excusa posible que puede haber, sobre todo por la carga enorme que se le coloca a ese niño, en función de mantener unido un matrimonio que ya no es viable.

Ese niño carga sobre sus espaldas la culpa de que sus padres sean infelices, pero esa culpa no es del niño, a esa culpa se la están induciendo los propios padres. Me da rabia cómo los padres utilizan a los niños como excusa para su propia infelicidad, y por no tener la suficiente valentía de asumir la decisión de separarse. Evidentemente, si son infelices, sino hay amor, pues claro que tienen que separarse.

Un niño se traumatiza, no por un divorcio.

Un niño se traumatiza fundamentalmente por la infelicidad, las peleas, la violencia y la agresividad que muchas veces existe en los matrimonios que ya no se quieren, que ya no se aman.

Es una irresponsabilidad total decir que un matrimonio no debe separarse por los hijos. Eso es realmente abominable cuando uno lo mira desde el punto de vista psicológico.

Si tú quieres un niño feliz, en principio, tienes que ser feliz tú. Si tú quieres un niño estable, si tú quieres un hijo emocionalmente sano, tú tienes que serlo.

Estar en un matrimonio infeliz, en un matrimonio sin amor, por tus hijos, te lo digo de frente y sin pena, es realmente no amar a tus hijos.

¿Sientes desesperanza? Esta reflexión breve es para ti

A veces los fracasos seguidos nos hacen perder la esperanza. Es un error.

La esperanza es la base del optimismo.

Perder la esperanza equivale a perder la pasión por la vida. Si a todo lo dices que no, la vida también te dirá no a ti.

Quien tiene esperanza en la vida, siempre sueña, inclusive cuando la dura realidad intenta despertarlo.

A veces uno sueña y no se dan las cosas. El truco no es dejar de soñar, sino soñar otra cosa.

Hay momentos en que vemos todo negro. Todos hemos vivido la noche oscura del alma, pero solo quienes tienen esperanza han amanecido.

A veces tenemos esperanza y las cosas no se dan. No importa. Si no se dieron esperemos algo mejor.

El hecho de que algo no se te de no significa que por eso abandones la actitud de ser un optimista.

Cuando eso sucede la única linterna se llama esperanza.

Hombre levanta los brazos, mirando hacia el horizonte, en un atardecer, en señal de triunfo

Eso sí, tener solo esperanzas, no sirve. Para lograr lo que deseas debes unirla con la voluntad y la paciencia.

Así que nunca te preguntes ¿Qué hago si las cosas no se me dan? Pregúntate más bien:

¿Qué haré cuando se me den las cosas?

Indudablemente, la esperanza es el aliento de quienes piensan en grande.

¿Saben cómo lo logré? Enfocado y jamás perdiendo la esperanza.

Si necesitas una buena dosis de motivación, de empuje y de fuerza de personalidad, ven a consulta para darte herramientas emocionales que te reconecten con la esperanza de hacer realidad tus metas, desde acciones que sí te llevarán a triunfar sobre ti mismo.

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¿Qué nos enseñan Shakira, JLO y Lady Gaga sobre el amor y las relaciones de pareja?

JLO, Shakira y Lady Gaga y cómo aprender de sus amores

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Cuando caes al suelo, ¡levántate!

Hay momentos en la vida en los que nos sentimos completamente derrotados, como si el suelo se abriera bajo nuestros pies y no hubiera manera de levantarse. Alguien, alguna vez, me dijo que cuando uno cae, lo hace sobre el mismo suelo que lo ayudará a levantarse. Es un consejo que en su momento me iluminó, y hoy quiero compartirlo contigo porque es, sin duda alguna, una verdad del tamaño de una catedral.

El suelo como punto de partida

A lo largo de la vida, enfrentamos situaciones que parecen querer destruirnos por completo. Despedidas dolorosas, fracasos profesionales, problemas familiares o desafíos personales que nos dejan sin aliento. Lo curioso es que esas mismas circunstancias, que en su momento parecen desmoronarnos, son las que moldean nuestro carácter, nos hacen más fuertes y nos preparan para lo que viene. Muchas veces, lo que parece ser el fin es solo el comienzo de algo mucho más grande.

No siempre tenemos la fuerza, pero siempre podemos encontrarla

Cuando te encuentras en uno de esos momentos difíciles, lo primero que piensas es: «No tengo la fuerza para seguir adelante». Y, ¿sabes qué? Puede que tengas razón. Puede que en ese instante te falten las energías y no veas una salida. Sin embargo, lo maravilloso de estar en el suelo es que, cuando no tienes nada que perder, lo único que queda es ganar. El triunfo no siempre es externo; muchas veces, el mayor éxito es sobre uno mismo, en nuestras batallas internas.

Levántate del suelo, ese es tu punto de apoyo

El mismo suelo que te vio caer es el que te va a ayudar a levantarte. Apóyate en tus experiencias, incluso en tus errores, porque son los que te enseñan desde dónde caminar con firmeza. No se trata de evitar las caídas, sino de aprender de ellas. Cada paso que des después de levantarte será más firme y consciente, y con el tiempo, te darás cuenta de que no hay atajos hacia la fortaleza interior.

No existe un camino fácil hacia la fortaleza

Es fundamental entender que no existe un camino fácil hacia la verdadera fortaleza. Eso no es real. Lo que sí es real es la capacidad que tenemos de construir nuestra propia fuerza, incluso cuando parece que no tenemos nada de dónde agarrarnos. Las caídas no son el final; son el comienzo de una nueva etapa donde, con esfuerzo, construimos una versión más fuerte de nosotros mismos.

motivación

Cada vez que caes, recuerda: el suelo es tu aliado. Te sostiene, te permite levantarte y te da la perspectiva para saber hacia dónde caminar. Aprovecha cada tropiezo para aprender, crecer y levantarte con más fuerza. El éxito no es inmediato, pero cada paso cuenta en el proceso de fortalecimiento personal.

Si sientes que necesitas ayuda para encontrar esa fuerza en momentos difíciles, te invito a explorar las opciones de atención psicológica disponibles en nuestra web. En Psicovivir Internacional, estamos aquí para acompañarte en tu proceso de crecimiento y autodescubrimiento. ¡Haz clic aquí y empieza tu camino hacia la fortaleza interior hoy mismo!

Belinda se cayó y Anitta la rescató: Lo que podemos aprender de un acto sencillo

BELINDA

Vimos el video, ¿cierto? Belinda se cayó y Anitta, sin pensarlo dos veces, la ayudó. ¿No te parece un gesto maravilloso? Una muestra de solidaridad pura, sin interés alguno. Ahora, te pregunto: ¿por qué no somos así siempre? ¿Por qué no tendemos la mano cuando alguien está en el suelo, cuando alguien necesita ayuda?

El hecho de ver a Anitta arreglándole la media a Belinda y ayudándola a levantarse me hizo reflexionar. Es un recordatorio de que todos, en algún momento de nuestras vidas, nos hemos caído. Tanto literal como metafóricamente. Lo importante no es la caída, sino la manera en que nos levantamos. Belinda lo hizo con dignidad, con la frente en alto, y ese es el ejemplo que deberíamos seguir.

¿Cuántas veces no hemos necesitado de una “Anitta” en nuestras vidas? Alguien que esté allí para levantarnos, para ajustarnos “la media” cuando nos sentimos derrotados, y para darnos ese empujón que nos haga seguir adelante. En ese pequeño acto vi la historia de la humanidad: la parte buena, la parte que nos recuerda que el apoyo mutuo es lo que nos hace mejores como personas.

BELINDA Y ANITTA EN LA PAARELA LOREAL PARÍS

Porque, al final del día, eso es lo que debería definirnos como humanos: la capacidad de ayudar, de conectar y de tender la mano cuando alguien más lo necesita. Y sí, también cuando necesitamos reparar esos defectos internos, esas emociones desajustadas. Porque mientras más trabajemos en nosotros mismos, más podremos contribuir a un mundo mejor.

¿Alguna vez has sido «Anitta» para alguien o alguien lo ha sido para ti?

Cuéntamelo en los comentarios, que estaré encantado de leerte y compartir contigo mis pensamientos. Y si sientes que necesitas una mano, ya sabes dónde encontrarme. Clic aquí para consultas psicológicas.

Dime cómo te criaron y te diré cómo es tu relación de pareja

Desde la infancia, la educación y los valores que recibimos moldean nuestras expectativas y comportamientos en la vida adulta, especialmente en las relaciones de pareja. Lo que aprendimos en casa influye tanto para bien como para mal. Pero, ¿hasta qué punto afecta y qué podemos hacer al respecto?

Si los valores con los que te criaron coinciden con los de tu pareja, es probable que la relación fluya con mayor armonía. Tener principios comunes genera una base sólida que facilita la comprensión y el respeto mutuo.

Sin embargo, cuando estos valores y preceptos difieren drásticamente, la relación puede enfrentarse a problemas. ¿Por qué? Porque las expectativas, la forma de ver el mundo y las reglas que rigen el comportamiento de cada uno pueden chocar.

Pero no todo está perdido cuando hay diferencias. Las relaciones saludables no se basan en la rigidez, sino en la flexibilidad y el diálogo. Si entras en una relación con una mentalidad rígida, pensando que la forma en que te criaron es la única válida, lo más probable es que la relación fracase.

La rigidez y la inflexibilidad son venenos para las relaciones. El secreto está en la capacidad de adaptación y la creación de una nueva cultura dentro de la pareja. Se trata de establecer sus propios valores, sus propias normas y construir algo en conjunto.

El éxito de una relación de pareja no depende solo de lo que traes de tu familia de origen, sino de la capacidad de ambos para crecer juntos y generar su propia vida, con sus propios principios.

Así, la relación se fortalece y evoluciona, permitiéndoles a ambos ser adultos que crean una moral compartida y flexible, en lugar de aferrarse a ideas que quizás ya no funcionan.

¿Te identificas con esto? Si sientes que tu relación podría beneficiarse de explorar más sobre este tema, te invito a descubrir todas nuestras opciones de atención psicológica en psicovivirinternacional.com.