El miedo a sentir

¿Está usted seguro de que lo siente es verdaderamente lo que siente, o por el contrario, solo siente por que eso es lo que debe sentir?

La mayoría de las personas tienen miedo a sentir.

En mi consulta, la mayoría de las personas desea sentir felicidad, tranquilidad, armonía y amor. La realidad es que sienten cosas totalmente opuestas a lo que desean sentir.

Siempre tienen dentro de su mente la bendita norma a seguir, el cúmulo de restricciones en que vivimos y donde lo sano y correcto es hacer lo que los demás dicen.

Sentimos pero en realidad no lo hacemos, solo pensamos que sentimos.

En cambio existen otro tipo de personas.

Existen personas que se someten a lo que sienten, así sea “malo”.

Sienten el roce de la brisa mañanera que discurre en el despertar de un día próximo a morir en algunas horas más tarde.

Sienten la risa del niño y añoran la suya propia.

Existen personas que han elegido sentir todo lo que puedan, tristeza, ira, amor y alegría, no se paran a medir lo que sienten y sencillamente se permiten sentir en lo más profundo de su ser.

Que caminan por las calles mirando para abajo no por que sientan el peso de la vida, si no con la esperanza de encontrar un tesoro escondido.

Claro, hay personas que solo piensan que sienten y al final solo alucinan el sentimiento, el deber ser los arropa y solo sienten lo que la sociedad manda a sentir.

No los culpo ni los acuso, solo me da un poco de compasión saber que se están perdiendo la mitad de su vida, que mejor es sentir así sea dolor y que, al final, la mejor reflexión que se puede hacer es: ¿De qué me sirvió vivir?

Yo prefiero sentir aunque no me guste lo que en este momento siento.

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Sobre ser padres…

Sin duda alguna, la buena crianza es una de las cosas más difíciles de lograr. En mi visión de las cosas, los hijos serán en gran medida lo que vean en su propia familia, en su madre y en su padre, y cómo ellos se relacionan consigo mismos en sus roles de padres y de pareja.

A muchos padres les cuesta un mundo ejercer ese rol, la responsabilidad parece agobiarlos.

Existen padres que intentan controlar con manipulaciones culposas a los hijos. Esto genera mucha rabia.

Un hijo se formará débil y dependiente si sus padres no lo enseñan a tener tolerancia a la frustración.

¿Quieres un hijo tiránico? Dale todo.

Existen padres que creen que la autoridad es solo pegar gritos y golpear. Más bien eso socava el respeto y genera resentimiento.

No quieres que tus hijos caigan en drogas, pero resulta que tú bebes en exceso. Estás dando un doble mensaje.

Existen padres con tanto miedo a la vida, que convierten a sus hijos en unos inseguros.

Las escuelas para padres solo orientan, pero la verdadera paternidad está en tu corazón, en tu buena voluntad.

Si les enseñas a tus hijos tus valores, vivirán como lo haces tú.

¿Eres feliz con tu vida? Sé feliz y enseña felicidad. Ese es el camino.


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¿Le temes a la soledad?

Noto a tanta gente desesperada por el amor. Es como si la soledad doliera. Es como si, de alguna forma, la sensación de no tener una pareja o compañero, o no tener a una persona que esté al lado tuyo, entonces, sencillamente el mundo se acabó. El autobús te dejó y te quedaste para vestir santos.

Eso es un error.

Eso definitivamente es un convencionalismo social de una moral retrógrada de una sociedad que ya no existe.

Las relaciones de amor van y vienen. Las relaciones de amor están o no están. Y realmente, en los momentos de soledad es cuando uno se prepara para recibir un amor diferente.

Es en los momentos de soledad, cuando uno reflexiona, cuando uno entiende, cuando uno procesa. No solamente los temas de soledad, si no también cuando uno está en pareja.

Miren, muchas veces cuando estamos en relaciones de pareja, pues, tenemos problemas, tenemos conflictos, tenemos situaciones negativas.

En consecuencia, muchas veces necesitamos como un pequeño espacio, un pequeño momento de soledad para decir, “ya va, un momentico”. ¿Qué está pasando? ¿Qué estoy haciendo? ¿Cuáles son mis comportamientos anómalos en esta situación?

Y, cuando no tenemos pareja, pues, sencillamente estamos abriendo un espacio con nosotros mismos, para amarnos, para elevar nuestra autoestima, para desarrollar nuestra capacidad amatoria, justamente para recibir el nuevo amor.

El hecho de estar en soledad, no significa que usted tiene que estar desesperado por una relación. El hecho de estar en soledad, no implica que ella duele o que ella es mala, o que ella es absolutamente negativa.

Y les voy a decir un secreto más.

Cuando estamos desesperados por amor, generalmente la soledad es más profunda. Cuando estamos desesperados buscando una pareja, conseguimos al peor bicho de uña o bicha de uña que se nos acerca. Cuando estamos desesperados por pareja, nuestra autoestima se destruye y somos capaces de recibir cualquier cosa, con tal de que medio nos ame, para sentir entonces, que nosotros somos personas somos susceptibles del amor.

Estar desesperado por amor, es también una manera de no amarse a sí mismo.

Lleve.

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Los que somos emigrantes…

Los que emigramos debemos adaptarnos a las costumbres del país que nos recibe, respetar sus tradiciones y ser los mejores ciudadanos posibles. Obviamente, tampoco es que vamos a bajar la cabeza y dejarnos humillar por algunos xenófobos que siempre hay en cualquier país.

Y tampoco es que vamos a andar acomplejados por el mundo porque somos un pueblo en huida, en el caso de los venezolanos, (cientos de países han pasado por lo mismo), pero eso no significa que seamos prepotentes o egocéntricos.

Es fundamental entender que ningún país nos debe nada, ninguna sociedad está en deuda con nosotros. Nos acogen, nos adaptamos, ayudamos a ese país que nos brinda oportunidades y servimos con nuestro trabajo, nos comportamos correctamente y llevamos el nombre de nuestro país en alto. Así funciona. Así debe ser.

Sepan.

Si te está costando mucho adaptarte en tu proceso migratorio, toca y escríbeme directamente al chat. Sabemos cómo ayudarte.

Nada más difícil que terminar una relación: reflexiones

Sin duda alguna, una ruptura es un momento duro, no solo lleno de culpabilidad y temores, sino de rabia también.

Terminar con alguien es siempre un “atragantao” mezclado con “sácalo todo” y ligado con “mírame y no me toques”.

Es un mito que hombre no termina con mujer. De hecho el hombre que aún queriendo no lo hace, es un cobarde.

A veces terminar con alguien tiene clichés como “vamos a darnos un tiempo” o “vamos a pensarlo”. Mitigan el dolor pero nada más.

A veces el amor, de forma inexplicable, se acaba, y terminar se torna en un proceso culposo de “¿Y ahora cómo le explico?”

Nada más difícil para una mujer que un hombre le llore desconsoladamente e implore que no terminen.

Qué sensación tan desgraciada es cuando a uno lo terminan. No hay nada que describa lo humillado que te sientes.

En fin, terminar una relación duele, y mucho, pero no hacerlo cuando las condiciones obligan duele mucho más.


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Del miedo y otros demonios

Estas reflexiones breves las compartí hace mucho tiempo en este mismo blog. Me parece importante rescatar algunas ideas sobre el miedo como emoción. Vale decir que de los sentimientos que nos protegen, el miedo es el menos efectivo y el más lacerante.

Lee y dime con cuál de esas premisas sobre el miedo te identificas.

¿El peor enemigo del ser humano? ¡El miedo!

Hemos llegado a extremos en que muchos de nosotros tememos hasta vivir. Nos da miedo todo. Y sino lo crees, pregúntale a un ansioso.

De los miedos más comunes y anuladores: al rechazo, a la soledad y al qué dirán. Miedos patéticos, sin duda alguna, pero generalizados.

El miedo al rechazo es un opresor enorme que nos ata a vivir sometidos e indignos, esclavizados a quien nos aprueba.

El miedo a la soledad nos obliga a conformarnos con poco. Entonces sobrevivimos humillados por nuestros complejos a los pies de quien nos veja.

El miedo al qué dirán nos somete a ser hipócritas de pacotilla, fingiendo moral cuando la perversión nos agobia.

Los miedos nos atan, nos cercenan. Son castradores compulsivos de nuestras más anheladas libertades.

Mientras más miedos tenemos menos felices somos.

De los miedos, el peor es a ser tú mismo.

El miedo nos limita, nos esclaviza y, al final, nos destroza la vida. El miedo es un infierno emocional

Mientras más miedo tenemos menos libres somos. El miedo es policía, carcelero y verdugo de nosotros mismos.

Miedo a la felicidad es ese miedo que tienen las personas que temen decir lo que les molesta por miedo a ser rechazados

La paradoja del miedo es que justamente aquello que temes es lo que más te sucede.

No todo el que tiene miedo es cobarde, pero todo cobarde tiene miedo.

Quien teme al amor, es un infeliz crónico.

Quien teme al que dirán es permanentemente un hipócrita. Teme a los demás, pero no teme su propia indignidad.

Se dice que todo miedo es un deseo oculto reprimido. Dime qué temes y te diré que impulso interno intentas ocultar lleno de pánico.

Quien vive con miedo, no vive.

El miedo a explorar tu sexualidad,  a liberarte, es sinónimo de represión, soledad e insatisfacción.

Dime a quién temes y te diré quién o qué te somete.

Quien vive con temor siempre es esclavo.

Nadie cobarde logró grandes cosas.

Todo miedoso teme a sí mismo.

Mientras temas al amor, el sexo y a ser tú mismo, la vida será un continuo de días aletargados, dignos de no ser vividos.

Todo miedoso justifica su miedo, lo racionaliza y, si le prestas atención, hasta es capaz de convencerte de que tiene razón.

Dime cuánto defiendes la soledad y te diré cuanto te han herido el corazón, al final sencillamente tienes miedo y ya.

Todo cobarde dice que todos somos cobardes. Tiene tanto miedo que ni solo puede estar en su cobardía.

El temor a Dios es un temor irracional. No se teme a quien te ama, se respeta.

De los miedos, el más esclavizante es aquel que hace que no te separes de quien te hace daño.

Dame un miedoso y te mostraré a alguien que racionaliza su cobardía.

Superar los miedos implica necesariamente enfrentarlos.

No existe miedo que no se supere mirándolo de frente y lazándote contra él.

Enfrentar el miedo es siempre un acto que en sí mismo elimina toda cobardía.

Cuando se deja de tener miedo a que te rompan el corazón, no dejaran de romperlo, pero disfrutarás el amor vivido mientras dure.

Hay miedos que te protegen, pero son pocos, se limitan a la conservación. Los demás son aprendidos.

Superar los miedos implica convertirte en una persona valiosa ante tus propios ojos.

El miedo se supera de 2 formas: te acercas a lo que temes poco a poco o te lanzas de una contra él.

El miedo a ser uno mismo es de esos miedos que deberían ser ilegales.

Quien no teme, está loco. Quien teme y no lo supera, es un cobarde. La paradoja está servida.

Mientras temas decir la verdad sobre ti mismo, serás siempre una mentira.

Al amor no se le debe temer.

Cuando dejas de temer al ridículo lo haces, y luego te das cuenta que reírse de sí mismo es muy divertido.

Todos tenemos miedo, es natural y biológicamente inevitable, pero ser cobarde es opcional y tiene que ver con tus complejos, no con tu biología.

El temer al rechazo es la manera más servil de someterse al complejo de inferioridad. Saberlo implica buscar superarlo.

De los miedos a superar, el más necesario es el miedo al cambio.

De temores irracionales el peor es el miedo a la soledad.

Cuando se analizan los miedos uno se da cuenta que la mayoría son absolutamente irracionales.

El miedo que todos deberíamos tener es el miedo a no ser felices. Todos debemos ir en pos de cada momento feliz posible.

Deberíamos temer a sufrir de malos sentimientos.

Si se quiere superar los miedos, menester es asumir el dolor que va a implicar enfrentarlos con la esperanza puesta en lograrlo.

Recuerda: Lee y dime con cuál de esas premisas sobre el miedo te identificas.

A veces los miedos no se pueden superar solos y se necesita ayuda profesional. Si necesitas ayuda, ven a consulta. Junto a mi equipo, sabemos cómo ayudarte.