La verdad verdadera es que cuando tus esfuerzos por salvar la relación de pareja no son valorados, el problema no eres tú. No importa cuánto te esfuerces, cuánto hables, cuánto luches… si la otra persona no le da importancia, no hay más que hacer.
¿Es duro? Por supuesto que lo es. Pero si sigues ahí, esperando en vano que la cosa cambie, de alguna manera te estás traicionando a ti mismo.
Una relación es de dos, y si solo uno está remando, esa relación está condenada a hundirse. Recuerda: el amor no se obliga. Y la inacción de tu pareja ya de por sí es una respuesta.
Es fundamental entender que a veces el acto más grande de amor propio es marcharse. Jamás diré que irse de una relación es fácil, de ninguna manera, pero siempre será peor quedarse en la nada, aceptando lo inaceptable. ¿Te das cuenta?
Entiende esto: es fundamental tener autoestima para terminar una relación tóxica en la que solo tú tienes interés de reparar. Si te crees menos, si no te das tu propio valor, si te falta amor propio, harás de todo para seguir atada o atado a la nada, lo que es igual a preferir el infierno en vez del cielo.
Fin del cuento.






