Mire, sí, soy psicólogo, pero no soy perfecto. Nadie lo es.
La cuestión es que nadie habla de eso. El mundo está lleno de gente moralista, bonita y perfecta, que irradia luz y amor. Realmente no todo es tan así. Y, de hecho, siempre lo he dicho, yo desconfío de esas personas que se creen perfectas.
Claro que uno puede perdonar. Claro que uno puede reconectar, pero también se puede no perdonar, se puede no superar el rechazo, se puede no amar a todos.
Y desde allí yo puedo vivir tranquilamente con esas emociones, esos sentimientos, esas zonas oscuras y comportamientos que no siempre son los adecuados. Son parte de mis sombras y las tengo conscientes.
¿Por qué?
Porque somos seres humanos. Fin del cuento.
Es normal no amar a tu enemigo.
Es normal perdonar. Pero también está bien no perdonar. Sencillamente a veces no queremos hacerlo.
Eso de amar a todo el mundo es irreal. Entiéndalo. Nadie ama a todo el mundo. ¡Déjese de cuentos de camino!
Soy un psicólogo que va pal psicólogo, porque también necesito ajustar mis tornillos sueltos y mis tejas rodadas.
Los errores forman parte del ser humano, pero muchos de nosotros, aún sabiéndolo, queremos hacer todo perfecto, y no, la cosa no funciona así. Aprender a integrar en nosotros nuestras luces y sombras es fundamental, sin hacernos daño y sin hacerle daño a nadie.
Sepa.

