La peor excusa: «estamos juntos por nuestros hijos»

¿Cuántos niños, cuántos hijos viven en matrimonios infelices? Y los padres, de alguna manera, se quedan juntos diciendo: «Es que nos quedamos juntos, por mi hijo». Y resulta que esa es la peor excusa posible que puede haber, sobre todo por la carga enorme que se le pone a ese niño, en función de mantener unido un matrimonio que ya no es viable.

Ese niño carga sobre sus espaldas la culpa de que sus padres sean infelices, pero esa culpa no es del niño, esa culpa se la están induciendo los propios padres.

Me da rabia cómo los padres utilizan a los niños como excusa para su propia infelicidad, y por no tener la suficiente valentía de asumir la decisión de separarse. Evidentemente, si son infelices, sino hay amor, pues claro que tienen que separarse.

Un niño se traumatiza, no por un divorcio.

Un niño se traumatiza fundamentalmente por la infelicidad, las peleas, la violencia y la agresividad que muchas veces existe en los matrimonios que ya no se quieren, que ya no se aman.

Es una irresponsabilidad total decir que un matrimonio no debe separarse por los hijos. Eso es realmente abominable cuando uno lo mira desde el punto de vista psicológico.

Si tú quieres un niño feliz, en principio, tienes que ser feliz tú. Si tú quieres un niño estable, si tú quieres un hijo emocionalmente sano, tú tienes que serlo.

Estar en un matrimonio infeliz, en un matrimonio sin amor, por tus hijos, te lo digo de frente y sin pena, es realmente no amar a tus hijos.


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No hay amores superficiales. Lo que sí hay es gente superficial diciendo te amo…

¡Y gente necesitada creyéndoselo!

Muchos de los amores que se plantean actualmente, están basados en un proceso natural de búsqueda sensual y se alejan del verdadero compromiso que implica estar unidos.

Hay quienes lanzan al viento un «te amo» como si fuera un simple saludo de cortesía. Pero la verdad es que no hay amores superficiales, lo que hay son palabras vacías y gente superficial que juega con los sentimientos de los demás.

Y ahí están los necesitados, los que caen en el juego y se creen todas esas promesas falsas. Gente que se deja llevar por palabras bonitas y cuentos de camino, sin ver más allá de la superficie, sin cuestionar si realmente hay amor o solo una ilusión efímera.

No hay amores superficiales. Lo que sí hay es gente superficial diciendo te amo.

Es fundamental no dejarse llevar por el discurso vacío de quienes no saben amar de verdad. Por quienes ofrecen villas y castillos, pero verdaderamente no plantean un compromiso de relación desde el amor, entendiendo que el amor se construye, y no es solo esa cumbre borrascosa, pasional y sexual de los primeros días.

El amor verdadero va más allá de las apariencias y las palabras bonitas. Lo otro son solo amores superficiales.

Desde mi punto de vista, es un mal social que viene a ser una consecuencia de la revolución sexual de los años 60, donde el hedonismo desmesurado comparado sólo con el libertinaje, da paso a una promiscuidad reprimida que sale a la luz en la forma de relaciones superficiales. Y allí entonces está la gente con baja autoestima, necesitada de amor, que se come el cuento, y viene el desastre.

En fin, todo amor que no esté basado en la mutua comprensión, en la mutua aceptación, en el respeto por el otro, el buen trato, el cariño, la búsqueda mutua del placer y la comunicación franca, puede considerarse un amor superficial.

Quien da ese tipo de amor necesita ayuda psicológica. Y quien lo recibe y lo acepta como un amor real y profundo, también.

Lleve.


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El amor impone compromiso

Algo que usted tiene que entender en la vida es que el amor impone decisiones, el amor impone compromiso. O sea, usted no puede tomar decisiones así, a lo loco, porque está enamorado, porque, ajá, el deseo y la cosa, no, señor, no señor.

Usted tiene que agarrar y decir: yo voy a amar. Yo me voy a meter en esta situación. Yo me voy a comprometer en esto. Yo voy a asumir esta realidad. Yo voy a hacer y a tomar decisiones adultas, maduras, porque si no entonces siempre serás como una veleta al viento.

Cuando realmente nosotros queremos meternos en una relación de pareja, la verdad verdadera es que tenemos que decidir meternos con todas las características que implica estar con esa persona y contigo, en consecuencia, tomen sus decisiones, a conciencia, porque el amor impone compromiso.

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La vida en pareja: infierno y paraíso

A veces la vida en pareja puede ser estar en el paraíso, o vivir en el infierno. La diferencia se establece en la calidad de los acuerdos que se logren, las reglas que se siguen y se cumplen, y también la capacidad de frustrarse ante el hecho de que la otra persona no sea lo que uno esperaba.

Vivir en pareja implica que el amor no tiene garantías, pero la relación necesita de compromisos.

Es importante entender que para llevar una buena relación se necesita comprender al otro, ponerse siempre en los zapatos del otro, y asumir que muchas veces la persona que tienes al frente, no va a llenar tus necesidades, tampoco tiene por qué llenarlas, sin embargo, aún así, se pueden amar profundamente.

Cuando nada de esos ingredientes existe, entonces la vida en pareja se convierte en un infierno donde la comunicación siempre será negativa, dolorosa, y el cansancio sobreviene hasta el punto que se deja la relación, o se deja de amar.

En ese sentido, toca entender que el amor exige compromisos, la relación exige reglas, y violar cada uno de esos elementos siempre va a traer el dolor.


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Celos e infidelidad…huele a peligro

Los celos forman parte de una relación. Es inevitable asumirlo como un hecho inapelable. Y también se dice que los celos son muestra de amor. La verdad es que no siempre son muestra de amor, y les voy a explicar por qué.

Los celos tienen que ver con un sentido de pertenencia, un sentido de territorialidad que en el amor siempre es constante. La sensación de tú eres mío, yo soy tuyo, nuestro amor es para siempre, forma parte de las relaciones que generalmente son estables.

Cuando esa situación se pone un poco en peligro, o se ven algunas situaciones que pueden atentar contra eso, es normal que vengan ciertos celos, y que formen parte de la relación, sin que eso produzca elementos violentos, agresivos, demostraciones de juicios implacables o una inseguridad infinita. Pero, por otro lado, cuando estos celos se convierten ya en una cosa totalmente obsesiva, donde la persecución, la paranoia, la angustia, la ansiedad, forman parte de la relación y hacen que esta sea infeliz, entonces ya estamos hablando de procesos que ya entran a nivel de trastornos emocionales o, incluso, problemas mentales.

Unos celos que llevan a una persona a cometer actos violentos, a hacer cosas totalmente irracionales, a vivir de una manera incivilizada, de ninguna manera son celos normales.

Por otra parte, cuando se descubre una infidelidad, se tiene que entender que, en la infidelidad, independientemente de los factores que llevaron a  quien fuese el culpable de la misma o no, lo importante que hay que mirar es que la relación está en conflicto, y que la relación tiene una situación prácticamente terminal.

Entonces, agarrar y venir y ser violentos con las personas que fueron infieles o con los involucrados dentro de la infidelidad, es un acto netamente irracional y primitivo, es un acto que no forma parte de una persona inteligente, que razona y que es sana emocionalmente.

Cuando uno es víctima de una infidelidad, el dolor, la desilusión, la decepción, forman parte de los sentimientos involucrados, pero venir y hacer daño, vengarse e intentar matar y hacer cosas que estén ligadas a la venganza, pues sencillamente hablan de personas que no están bien emocionalmente.

Sepa.


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Cómo saber cuándo salvar una relación de pareja

Esta es una de las preguntas más importantes que justamente cuando estamos en crisis, nos las hacemos.

Cuando hay amor, cuando todavía queda deseo, cuando hay necesidad y mostramos intención, incluso, de querernos comunicar, de querer arreglar las cosas, de darse cuenta que cuando tenemos problemas no es un asunto de uno solo, sino de dos, ahí podemos seguir intentando salvar la relación de pareja.

¿Por qué? Porque justamente la pareja se echa a perder cuando entonces empezamos con la letanía: la culpa es tuya, si quieres busca tú ayuda, si quieres tú te vas al psicólogo, a mí no me importa.

¿Te está pasando? Párale a estas red flags.

1.- Que tu pareja se niegue a buscar ayuda profesional es una señal de que definitivamente la cosa está terminando.

2.- Cuando, de repente, es indolente ante tus sentimientos y te dice: mira, yo siento tal cosa, pero no importa lo que tú sientes.

Ahí tú entiendes que la cosa no funcionó.

Sin embargo, cuando tú tienes una escucha activa de parte de tu pareja, cuando la persona está validando tus emociones, cuando, de alguna forma, está el deseo de intentar arreglar la cosa y de buscar, ya sea intermediarios o lo que sea, para arreglar la situación de la pareja, esa relación todavía tiene fuerza y hay que hacer lo necesario para salvarla.

Desde el #TeamPsicovivir te comparto estos 4 tips para mejorar la comunicación con tu pareja. Si necesitas ayuda psicológica, escríbeme directamente al WhatsApp +56 9 5886 2588

¡Estamos para ti, estés donde estés!