¿Un duelo amoroso puede convertirse en depresión?

El vernos solos, sin esa persona que compartió con nosotros durante cierto tiempo, incluso a veces por muchos años, nos hace sentir deprimidos, tristes, melancólicos y profundamente desesperanzados.

¿Por qué? Porque cuando perdemos el amor, también perdemos una parte de nosotros mismos. Es por esto que el duelo amoroso, el despecho, que muchas veces se confunde con depresión, es un elemento que está dentro de los seres humanos, produce dolor y muchas veces no se resuelve tan fácilmente.

¿Un duelo amoroso puede convertirse en depresión? Sin ninguna duda. De hecho, la depresión forma parte del duelo, solo que es pasajera, pero sí, podemos caer en un estado depresivo por un despecho.

¿Cómo hacemos para pasar el tránsito del duelo, sin que eso afecte otras áreas y la vida se nos convierta en algo realmente desastroso?

Expresar el dolor es fundamental. Quedarse callado, hacer silencio, reprimir las emociones y los sentimientos no es una buena idea a la hora de pasar por duelos.

Buscar apoyo también es necesario en estos casos. ¿Para qué tenemos red de apoyo? Amigos, familiares, consejeros, mejor aún, un psicólogo. Alguien que esté con nosotros y nos escuche, nos acompañe y, sobre todo, no nos juzgue.

Entender las etapas del duelo que estamos transitando es crucial.

Entender la rabia, el dolor, la tristeza, la negación, incluso la negociación. Dentro de nosotros mismos buscar la forma de lidiar con esta situación. Y por supuesto, la aceptación. Entender de una vez por todas que hasta aquí nos trajo el río. Esto se acabó.

¿Conclusión? Vivir el duelo amoroso con todo lo que implica, para no quedarnos pegados allí. Y si a usted le está pasando y no sabe cómo despegarse de ese despecho, busque ayuda profesional, es lo que toca para salir de ese trance y por qué no, más adelante volver a darle oportunidad al amor.

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Cuando buscas lo que no se te ha perdido…

Desconfiar siempre es enemigo del amor. No puedes comprometerte en una relación y, a la vez, pensar que la persona que amas te está traicionando. Sobre todo porque el amor implica vulnerabilidad y confianza, en consecuencia, andar pensando que el otro está en vainas raras, hace que tu capacidad de amor, autoestima y seguridad, sean erosionadas a tal punto, que puedes llegar a perderlas totalmente.

Por otro lado, ese círculo vicioso de revisar, no encontrar, volver a desconfiar y volver a revisar, se puede tornar compulsivo y producir una enfermedad mental (Trastorno Obsesivo Compulsivo).

Revisar el teléfono de tu pareja implica que si descubres algo, necesariamente tendrás que terminar la relación, ya que si no es para eso, ¿para qué revisas? Así que al hacer esta práctica, en el fondo estás, no solo mirando a ver si te están traicionando, sino siempre pensando en que la relación, de ser así, va a terminar.

¿Qué sentido tiene estar en una relación así? ¿Verdad? Piénsalo.

Por último, sé que al leerme estarás pensando «entonces si no reviso, ¿cómo sé si no me están traicionando?». La respuesta es: si te están traicionando, mientras más relajado esté (sin sentir tu vigilancia), estará menos atento, y cometerá más errores. Al final, si te traicionan, lo vas a descubrir, sin necesidad de que vivas paranoica o paranoico, con obsesión compulsiva, o siempre pendiente de cualquier señal que implique traición.

Sepa.

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Perdió la belleza

¿Qué es la belleza? ¿Cómo se mide? Si hablamos de mujeres, la belleza de una mujer tiene estándares diferentes en Chile que en Venezuela, o entre China y Alemania. La belleza no siempre es de quien la porta sino más bien de quien la admira, incluso si quien se admira es uno a sí mismo.

Cuando vemos concursos como el Miss Venezuela, el cual a todas luces fue un fraude, confesado por sus integrantes, y vemos concursos como el Miss Universo, el cual evidentemente también fue una estafa anoche, cabe la pregunta ¿para qué seguimos haciendo esos concursos? No miden belleza, sino que preparan discursos, emiten señales políticas y están arreglados en función de sus intereses económicos. De belleza no tienen nada.

Amanda es una chica hermosa, muy hermosa, y absolutamente muy bien preparada para un concurso así. Hizo todo perfecto, menos pagar por ganar. Porque al final la única belleza que aquí impera es el color verde del billete de dólar.

¿Ella debió ganar? A toda luz que sí, pero ese no es el punto. El punto es que perdió la belleza, perdió el sueño de «la mujer más bonita», y como adultos que nos enteramos que San Nicolas (trayendo regalos por la chimenea) no existe, tenemos que despertar a esta realidad que nos explota en la cara: los concursos de belleza no tienen absolutamente nada de competencia acerca de la belleza.

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En nombre de la libertad ¿Qué estamos haciendo?

Estamos en una sociedad en la que todo el mundo se ofende por cualquier cosa, donde la susceptibilidad, no es susceptibilidad, sino debilidad de personalidad.

Ahora con el tema de la inclusión y entendernos todos y aceptarnos todos, al final, no aceptamos a nadie. No queremos opiniones diferentes, y cualquier cosa que escuchamos o leemos que no va de acuerdo con nosotros, inmediatamente nos hace sentir ofendidos y empezamos con la cultura de la cancelación.

En nombre de la libertad, resulta que nos hemos convertido en represores, y en medio de esa ilógica libertad, de esa total e incongruente forma de aspirar a la inclusión, generamos una sociedad en la que un tipo mata a 19 niños y a 2 maestras, generamos una sociedad donde la violencia se hace más grande, donde la guerra la pasan por televisión mientras te desayunas, mientras matan a miles y miles de civiles con bombardeos indiscriminados.

Vivimos en una sociedad donde el asesinato, la muerte, el robo y la destrucción, forman parte de nuestra vida, mientras nosotros estamos peleando por si le decimos niños a los niños, o le decimos niñes, por aquello de que no se sientan ofendidos, para que se incluyan dentro de toda una sociedad que, al final de cuentas, no está en la inclusión, sino sencillamente en la represión.

Es importante, volver a la disciplina, volver al orden, volver a tenerle miedo a la ley. Es importante empezar a respetar al policía, respetar al militar, establecer y respetar las instituciones, empezar a sentir el temor que todo delincuente debe sentir al ser descubierto.

Debemos empezar a fortalecer nuestra personalidad, a tener tolerancia a la frustración, a vivir en una sociedad que tenga normas, principios, reglas, y que exista miedo a no cumplirlas, a que entendamos que la libertad tiene límites, que entendamos que la inclusión no significa libertinaje, y que los procesos de vida tienen que ser aceptados, siempre y cuando no afecten los procesos de vida de los demás.

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Arthur O Urso, sus ocho esposas, y la hipocresía social

Se hizo viral el caso del modelo brasileño y sus ocho o nueve esposas. En la cultura social actual, realmente uno ve eso como una especie de fetiche o situación que, básicamente, puede causar reacciones que van desde el asombro, la admiración, la envidia, hasta sencillamente empezar a hacer chistes al respecto.

Nadie hace aspavientos, nadie se siente mal al mirar esa situación, y realmente no hay ningún otro elemento que pueda producir algún aspecto emocional en nosotros al ver una noticia así.

Pero otro gallo cantaría, si estuviéramos leyendo que una mujer tiene ocho esposos, y, entonces ahí nuestros prejuicios, nuestra doble moral, nuestra hipocresía, y nuestra visión bastante arcaica de la sexualidad femenina, se pondría de manifiesto.

Por un lado, saldrían todos los fanáticos religiosos acusando a esa mujer, por el otro, todos los machistas acusando a esos hombres, y claro, veríamos seguramente en las redes sociales un reclamo espantoso, criticando horriblemente la moral, la ética, la sexualidad y la forma de vivir de esa mujer y sus ocho maridos.

A ella la criticaríamos por ligera, por prostituta, por inmoral. A ellos los criticaríamos por bolsas, por tontos, por todo aquello que queramos decir para minimizarlos.

Realmente cuando hablamos del amor libre, tenemos que referirnos tanto hacia los hombres como hacia las mujeres. Si hablamos de las polirelaciones, el poliamor, el swingers, y todas las variantes sexuales que han existido durante toda la historia de la humanidad, siempre tendremos que incluir a los hombres y a las mujeres.

Si queremos una sociedad más libre, si queremos una sociedad más completa, si queremos una sociedad que, de alguna forma, tenga mayores libertades y mayores flexibilidades ante las maneras de vivir, tenemos que entender que lo primero que debemos eliminar son la divisiones basadas en nuestros conflictos e hipocresías morales.

No se trata de que la sociedad se perdió, no se trata de que el mundo está perdido, se trata de que nosotros tenemos que cambiar nuestra manera de mirar estos asuntos, y entender que va por ambos lados, tanto para hombre como para mujeres. Y desde la libertad sexual y la libertad amorosa, siempre y cuando no le haga daño a nadie y sea en consenso entre adultos, que cada quien viva lo que desea vivir.

Una relación jodida, jamás es de uno, siempre es de dos.

Toda relación que tiene conflicto, sea la razón que sea, es un asunto de dos. Incluso, situaciones en las que claramente uno es el responsable, siempre el otro también es parte del problema.

Por ejemplo, situaciones de infidelidad. La persona infiel lógicamente es la principal responsable de la crisis, pero la víctima también es responsable. ¿Por qué? Por quedarse allí y generar situaciones donde la culpa, la ceguera, la negación y la represión sea la constante, o por no resolver el irse o si se va a quedar, entonces construir una relación abierta, poliamorosa, o como sea que lleguen a un convenio. Es decir, la responsabilidad está en no resolver qué hacer con la situación derivada de la infidelidad, e incluso el no buscar ayuda, la cual siempre es necesaria en estos casos.

En situaciones de agresión también. Lógicamente el agresor es el responsable absoluto de eso, pero la víctima tiene una responsabilidad importante. ¿Cuál? el no buscar ayuda, el quedarse, el no denunciar inmediatamente, la dependencia, etc. No con esto estoy diciendo que la víctima también es culpable. Estoy diciendo que hay una responsabilidad en el mantenimiento de la crisis.

De hecho, cuando en terapia a una víctima de agresión se le muestra su responsabilidad en el mantenimiento de esas situaciones de violencia o agresión, y se le da todo el apoyo, comprensión y fuerza, es cuando toma las riendas de su vida y se defiende, acusa, busca ayuda y se separa del agresor inmediatamente.

Y así puedo dar muchos ejemplos en los que toda crisis de pareja siempre es un asunto de dos, donde la responsabilidad siempre será compartida y, justamente por eso, se tiene que mirar con objetividad. Cuando esto se entiende, entonces cada miembro en crisis empieza a tomar cartas en el asunto que le compete, toma decisiones y busca resolver o separarse. Cuando se asume la responsabilidad de las cosas que suceden en pareja, las cosas tienden a fluir mejor, ya sea para la separación o para la unión.

Sepa


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